lunes, 30 de noviembre de 2009

Una metáfora de suplencia

" En el origen hay pues Bejahung, a saber, afirmación de lo que es, o Verwerfung".[1]

Lacan nos abre, de esta manera, dos caminos en el encuentro del sujeto con el significante, encuentro donde se producirá una afirmación primordial (simbolización primera) o el rechazo (forclusión), que constituye una abolición simbólica.
Caminos divergentes que conducen, uno, a la problemática de la represión, el deseo y su insatisfacción; y el otro, a la problemática del goce desanudado del falo.
En su respuesta al comentario de Jean Hippolite, Lacan observa que la creación del símbolo debe concebirse como un momento "mítico", y que incumbe a una relación del sujeto con el ser inherente a la estructura misma del lenguaje.
Para Lacan, a diferencia de Freud, no hay "yo-placer" original; desde el principio el significante introduce al sujeto en lo real, porque el deseo es redesplegado sin cesar. El Nombre-del-Padre es por definición el significante ex – sistente a la ley simbólica, el que la ordena; él provoca la inscripción del sujeto en la ley simbólica, pero él mismo le es exterior; por eso la negación es el efecto de un proceso lógico que indica la indisociabilidad de una identificación del sujeto con el Nombre-del-Padre..
El tiempo primordial del "juicio de atribución" es de hecho un tiempo de admisión previa, Bejahung, de un primer cuerpo de significantes.
"La realidad "exterior" es en sí misma incognoscible", dice Freud, y sólo a partir de nuestro propio pensamiento podemos tener una visión de las relaciones que la rigen. Los procesos de pensamiento secundario constituyen entonces un relevo de la realidad exterior, pero no pueden estar en correspondencia absoluta con esa realidad exterior ni con la realidad psíquica.
El "no", "la ausencia", están intrínsecamente ligados con lo simbólico. Siguiendo a Lacan ubicamos el fundamento de la psicosis en el nivel de un fenómeno de "forclusión" en el primer cuerpo de significantes que constituyen el dominio de la Bejahung.

"¿De qué se trata cuando hablo de Verwerfung? Se trata del rechazo, de la expulsión, de un significante primordial a las tinieblas exteriores, significante que a partir de entonces faltará en ese nivel".[2]

La función de este significante primordial es la de

"...almohadillar el orden simbólico. En ese sentido es un punto de almohadillado en el orden simbólico, y en tanto que opera la metáfora llamada paterna, es el significante que detiene el deslizamiento de la significación". [3]

Entonces, como consecuencia de la forclusión del Nombre del Padre, encontramos en la psicosis, como manifestación, un agujero en la significación.
En la estructura psicótica hay una relación del sujeto con el significante determinada por la forclusión. La consecuencia es una invasión de goce desde lo real, un goce no regulado por el falo.
La estructura neurótica se define por la represión y el retorno de lo reprimido, porque la Metáfora Paterna produce la significación fálica, regula el goce del sujeto. El falo modera el goce, lo localiza.
El solo hecho de la sustitución que hace el significante del Nombre del Padre sobre el significante del deseo de la madre, produce significación fálica, la que en sí misma es equivalente a una pérdida de goce.
El goce es satisfacción, mientras que el deseo es un estado esencial de insatisfacción, un estado esencial para el sujeto.
Es la falta de posibilidad de sustitución la que engendra efectos que son de goce, de un goce mortificante.
La forclusión del significante primordial se traduce en un exceso de goce en lo real, exceso producto de la carencia de la ley paterna que constituye una barrera a ese goce.
Ante la falta de ese significante privilegiado que es el Nombre-del-Padre un sujeto psicótico puede consultar a un psicoanalista, esperando que el mismo pueda hacer llegar a su término esa significación fálica que no es capaz de advenir. El analista no podrá injertar significante alguno, sin embargo, conociendo lo que implica su estructura y la función que el delirio cumple, en algunos casos, posibilitará la reconstrucción del mundo a partir del delirio.
Es por medio del delirio que el psicótico se encuentra con una serie de significantes a partir de los cuales, puede reorganizar un espacio de significaciones, y de alguna manera fijar el goce.
La idea del delirio en tanto restitutivo, no sólo es originaria de Freud, sino que va en contra de la concepción psiquiátrica imperante hasta ese momento.

"…aquello que consideramos como manifestaciones de su enfermedad (todo lo espectacular, incluso las alucinaciones), es su tentativa de curación." [4]

Freud dará cuenta de cómo se realiza el proceso. El sujeto sustrae la investidura libidinal del exterior, de las personas y cosas amadas, esto hace que todo se torne indiferente y sea explicado como una "cosa milagrosa", llevando a un sepultamiento del mundo subjetivo. Este retiro se cumple bajo un mutismo y sólo puede ser colegido en un momento ulterior, donde contrasta con la forma ruidosa en que la libido es reconducida a los objetos que habían sido abandonados. Este proceso ruidoso es el delirio. Freud piensa a la proyección como la forma de llevarlo adelante.

"No era correcto decir que la sensación interiormente sofocada es proyectada hacia fuera; más bien inteligimos que lo cancelado adentro retorna desde afuera." [5]

Lacan criticará el término proyección, utilizado por Freud y aclarará que en las psicosis se trata del retorno del exterior de lo que está preso en la Verwerfung, es decir lo que se dejó fuera de la simbolización que estructura al sujeto.
Freud luego de introducir la Segunda Tópica del Aparato Psíquico, encontrará una diferencia entre la génesis de la neurosis y la psicosis. La primera como resultado de un conflicto entre el yo y el ello, la segunda como una perturbación de los vínculos del yo con el mundo exterior.

"…el delirio se presenta como un parche colocado en el lugar donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el mundo exterior. "…en el cuadro clínico de las psicosis los fenómenos del proceso patógeno a menudo están ocultos por los de un intento de curación o de reconstrucción, que se les superponen." [6]

En "La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis" Freud volverá a plantear los dos pasos que se observan en la psicosis, de los cuales el segundo apunta a la reparación, compensando, la pérdida de la realidad, pero no a partir de una limitación del ello como la neurosis, sino creando una nueva realidad. Mientras que en la neurosis la realidad es evitada, no queriéndose saber nada de ella, en la psicosis, es reconstruida. Es pertinente aclarar que cuando hablamos de realidad, nos referimos a realidad psíquica.
La reconstrucción delirante llevará al sujeto psicótico a encontrar un lugar en el mundo, que si bien como plantea Freud, puede no resultar tan espléndido, al menos le permitirá habitar sin tener que soportar los embates que lo hundirían en el abismo de un goce mortificante.

La restitución en Schreber

Es el delirio mismo el que le va marcando a Schreber el camino que debe seguir.

"En efecto, yo partía de la idea muy rigurosa de que la eliminación de la totalidad de las almas examinadas o impuras, que se constituían en instancias intermediarias y se interponían entre yo y la omnipotencia de Dios, permitiría que una solución del conflicto conforme al orden del universo emergiera automáticamente." [7]

Desde que Schreber, en el estado entre el dormir y la vigilia tuvo la representación de lo hermoso que sería ser una mujer sometida al acoplamiento, el tema comenzó a ocupar un lugar central en el sistema delirante. Podía redimir el mundo, luego de ser mudado de hombre en mujer. No se trataba de que él lo quisiera, sino de un imperativo absoluto del orden del universo. Su feminidad, nos dice, ha pasado al primer plano, y la emasculación puede llevar a la solución del conflicto.
En el trayecto del delirio se verifican una serie de cambios: uno es la sustitución de Fechsig por Dios, en principio lleva a una agudización, expandiéndose el delirio de persecución. Pero esto prepara un segundo cambio que lleva a la solución del conflicto: de negarse a ser una mujerzuela frente al médico, pasa a la aceptación de jugar el papel de mujer de Dios.
La emasculación, de ser insultante, resulta concordar con el orden del universo y permite atemperar el goce.

"¿Qué hace Schreber sino construir una versión de la pareja original, distinta de la versión paterna y en la que el goce en exceso encuentra un sentido y una legitimación en el fantasma de procreación de una humanidad futura?. Schreber inventa y sustenta, por su sola decisión un "Orden del Universo" curativo de los desórdenes del goce cuya experiencia él padece; y, donde el Nombre-del-Padre forcuído no promueve la significación fálica, aparece una sugnificación de suplencia: ser la mujer de Dios, con la ventaja de que el goce desde ahora consentido se localiza sobre la imagen del cuerpo, y con la diferencia de que la significación de castración de goce queda excluída en beneficio de un goce de la relación con Dios, marchando a la infinitud. Única restricción: esa infinitud no es actualizada (no todavía), sino aplazada al infinito." [8]

La metáfora delirante suple la ausencia de la Metáfora Paterna aportando una significación. El psicótico no viene a preguntarnos qué le pasa, viene a dar un testimonio. Y nosotros nos contentamos con ser, al decir de Lacan, secretarios del alienado, de aquél que reconstruirá su mundo y así ser artífice de un lugar que pueda habitar con dignidad.

Trabajo realizado por Eduardo Briano, Liliana Canavesi y Claudia Gielfand, para la materia "Psicosis" del postgrado de Psicoanálisis del Centro de Salud Mental Nro. 3. Año 2005.

Notas
[1] Lacan J., Cap. VI "El fenómeno psicótico y su mecanismo", Seminario 3: "Las psicosis", pág. 120, Paidós, 2000
[2] Lacan J., Clase XI "Del rechazo de un significante primordial", Seminario 3. "Las psicosis, pág. 217, Ed. Paidós, 2000
[3] Miller J., "Suplemento topológico a De una cuestión preliminar", Matemas I, pág. 140, Manantial, 1994
[4] Freud S./Jung C. "Correspondencia", pág. 236, Taurus, 1978
[5] Freud S., Obras Completas, Tomo XII, "Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia" pág. 66, Amorrortu Editores, 2001
[6] Freud S., Obras Completas, Tomo XIX, "Neurosis y Psicosis", pág. 157, Amorrortu Editores, 2001
[7] Schreber D., "Memorias de un Neurópata", págs. 133/34, Petrel, 1978
[8] Soler C., "Estudios sobre las Psicosis" Los ensayos, "El trabajo de las psicosis", pág. 17, Ed. Manantial, 1991

martes, 13 de octubre de 2009

Clínica de la pulsión: satisfacciones del padecer


El concepto de pulsión es un concepto absolutamente abstracto, el grado de abstracción es el más alto al que se puede llegar en Psicoanálisis. A las pulsiones uno sólo las puede entrever por sus manifestaciones clínicas, tampoco el inconsciente tiene otra materialidad que su aparición clínica y como los conceptos son conceptos absolutamente conjeturales, son abstracciones. El modelo del arco reflejo frente al cual para un estímulo aparece una descarga, no corre para la pulsión.
"La pulsión nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como un representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma, como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal"
Lacan plantea que la pulsión es uno de los cuatro conceptos fundamentales: inconsciente, transferencia, repetición y pulsión. Para Lacan ¿cuándo un concepto es fundamental? Cuando toca lo real. La pulsión tiene que ver con algo que está más allá del lenguaje, que está más allá de lo decible, es real.
Lo importante es diferenciar la pulsión de cualquier otro estímulo externo. Esto lo aclara Freud, no es un estímulo momentáneo ue cesa, sino que es constante, nunca se detiene. No hay alejamiento ni evitación. O sea que, al no haber fuga, la única forma de aplacarla es por la vía de la satisfacción.
"Ese carácter esforzante es una propiedad universal de las pulsiones, y aun su esencia misma". Dice Freud en "Pulsiones y destinos de pulsión".
Hay una relación y una dialéctica totalmente distinta del deseo y de la pulsión respecto del objeto. Si la pulsión es lo que se satisface, el deseo se define por su insatisfacción.
El punto donde la pulsión encuentra su objeto y se satisface en él, se llama "satisfacción pulsional". Este objeto coagulado en el fantasma funciona de un mode gozoso y siempre redunda clínicamente, en sufrimiento, es lo que conocemos como goce.
Si el principio que rige la insatisfacción del deseo es el Principio del placer, el que rige el goce es el más allá del Principio del placer.
Pareciera que hay una serie de fenómenos clínicos que desde la teoría del Principio del placer son inexplicables: repetición, trauma, reacción terapéutica negativa, masoquismo primario, clínica del super-yo, beneficio primario del síntoma, melancolía. Podríamos agregar: adicciones, psicosomáticas, pasaje al acto, acting-out, etc.
¿Cómo provocar en un adicto crónico un efecto sujeto? ¿Cómo hacer conalguien con conductas compulsivas? ¿Cómo trabajar con pacientes psicosomáticos?
Son cuerpos en goce, no son sujetos.


Ese paciente que llega a la consulta porque lo manda el dermatólogo. El analista le pregunta:
¿Cómo anda? –Bien
¿Cómo es su familia? – Maravillosa.
¿Qué lo trae por acá? – Me manda el médico, tengo psoriasis.
¿Tendrá algo que ver con su vida? – Mi vida, todo bárbaro.


El Psicoanálisis tiene un desafío allí. Son pacientes que no traen sueños, ni lapsus, No hay síntoma en el sentido analítico del término, no hay vivencia subjetiva.
Entonces, la apuesta que como analistas ponemos en juego es la de producir un efecto sujeto a través del recorrido pulsional. Que allí se pueda fundar un sujeto, que se dirija al Otro.


Dice Nasio: "con el nombre de formaciones de objeto a, intento ubicar elproblema de esos momentos en la cura en los cuales el paciente hace sin saber lo que hace. Son momentos en los que el paciente actuúa, hace. Las formaciones del inconsciente, por otra parte, son aquellas en las que el paciente dice sin saber lo que dice. El acento en las formaciones de objeto a está puesto en el hacer; mientras que en las formaciones del inconsciente está puesto en el decir".


¿Qué es lo que se ha inventado para retardar el encuentro de la pulsión con su objeto?: el lenguaje. Los caminos zigzagueantes y equívocos del lenguaje. La intersección de la cadena significante con el lazo de la pulsión hacen un camino indirecto, retardan y complican el encuentro de la pulsión con su objeto.

¿Dónde puede el Psicoanálisis tener alguna acción correctiva respecto de la pulsión?


Un paciente dice, que en los recitales de música tecno, no puede evitar aceptar una pastilla de éxtasis. Sólo así puede estar allí. No podemos prohibirle que se drogue, pero le podemos decir que hable sobre ello.


Otro paciente relata en su admisión que no puede dejar de "voltear muñecos" haciendo referencia a rápidos encuentros sexuales en baños públicos. Asimismo demanda al analista una respuesta rápida en torno a la efectividad y duración del tratamiento. Frente a esto, el analista responde que necesita tiempo. Unica manera de poder desplegar la cadena significante.


Pedirle a un paciente que hable, en referencia a Otro, es producir la intersección del lazo de la pulsión con el significante y que en ese punto, el significante produzca equívoco, ambigüedad, produzca desencuentro, que es lo que siempre produce el significante.
Dice Lacan: "La pulsión más verdadera es la de muerte". Pero la pulsión de muerte tiene la posibilidad de modularse de un modo particular en su intersección con el lenguaje.


A veces, es necesario realizar maniobras constitutivas que permitan que un cuerpo "sienta" de otro modo, que se inscriba en un goce no ruinoso.
Irma, 28 años, en sus primeras entrevistas habla poco, llora muy angustiada, necesita ser interrogada. Después de tres meses en la misma situación, la analista, apenas conmenzada la entrevista, vuelve a preguntarle acderca del motivo que la trae a la consulta. La paciente dice: "pensé, que al hablar de las cosas que me preocupan, las podría ver de otra manera"
Llora. La analista, entonces, la invita a concurrir al hospital al día siguiente. Al otro día, cuando vuelve, comienza a hablar.


Hacer que la pulsión no encuentre su objeto sino que lo bordee, nos conduce a la intersección entre pulsión y deseo. Los vericuetos del significante hacen que la pulsión empiece a ondular su trazo, y cambie su dialéctica con el objeto.
La ética del Psicoanálisis pasa por el deseo, no por el sufrimiento.
Cuando el sujeto está tomado por lo pulsional se encuentra en un nivel muy alto de "acomodación" en relación con la muerte. El costo es alto. Ha caído en la más grande de las trampas: las satisfacciones del padecer. Sufre, y como sujeto se encuentra enredado en las marañas de una embriaguez mortífera.


Dice Lacan en el Seminario 11: "Es evidente que la gente con que tratamos, los pacientes, no están satisfechos, como se dice, con lo que son. Y no obstante, sabemos que todo lo que ellos son, lo que viven, aún sus síntomas, tiene que ver con la satisfacción. Satisfacen a algo que sin duda va en contra de lo que podría satisfacerlos, lo satisfacen en el sentido de que cumplen con lo que ese algo exige. No se contentan con su estado, pero aun así, en ese estado de tan poco contento, se contentan. El asunto está justamente en saber qué es ese "se" que queda allí contentado.
En conjunto y en una primera aproximación, diremos que aquello que satisfacen por la vía del displacer, es, al fin y al cabo, la ley del placer – cosa por lo demás admitida. Digamos que, para una satisfacción de esta índole, penan demasiado. Hasta cierto punto este "penar de más" es la única justificación de nuestra intervención".


La tarea del analista es estar allí, para hacer hablar al sujeto amordazado por el letal goce, y para buscar el momento oportuno a la intervención. La tareo será intervenir en el sentido de desbaratar ese montaje, para que el aparato psíquico que tiende estructuralmente a la repetición, soporte el trabajo de la invención.
La clínica del Psicoanálisis nos oferta una táctica y una estrategia, sostenidas en una política, orientadas a intervenir sobre la gramática pulsional, para que invente otro tour.


Bibliografía
Freud, S., Obras Completas, Libro XIV, "Pulsiones y destinos de pulsión", Amorrortu Editores.
Freud, S., Obras Completas, Libro XVIII, "Más allá del principio del placer", Amorrotu Editores.
Lacan, J. Seminario XI "Los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis", Capítulo XVIII: "El desmontaje de la pulsión", Editorial Paidós.
Masotta Oscar, "El modelo pulsional", Editorial Catálogos
Nasio, Juan D., "Los gritos del cuerpo", Editorial Paidos.

Trabajo realizado por Eduardo D. Briano, Liliana A. Canavesi y Claudia R. Gielfand en el Curso de Posgrado de Psicoanálisis del Centro de Salud Nro. 3, Dr. Arturo Ameghino, para la materia "La pulsión: problemáticas teóricas y clínicas". Año 2005.

viernes, 28 de agosto de 2009

El Fantasma en la clínica psicoanalítica

El fantasma se presenta en la clínica como un tope, como una resistencia en la dirección de la cura a comunicarlo. Esta reticencia de los pacientes no se debe a falta de voluntad de los mismos o a un material reprimido que no llegó a la conciencia. Esta dificultad está relacionada con lo que Lacan formalizó como Otro barrado. Esto significa dos cosas: que falta un significante en el Otro y también se refiere al deseo del Otro.

Hay una frase en "Pegan a un niño" donde Freud dice:

..."Tales fantasías permanecen, por lo general, ajenas al contenido restante de la neurosis y no encuentrn un lugar apropiado para insertarse en él"...

En tanto no todo es significante -el Otro barrado lo ilustra- habrá momentos en el análisis que la rememoración fracasa. Es allí donde el fantasma va perfilándose como respuesta ante la falta de significante en el campo del Otro.
Si bien el fantasma puede reducirse a una fórmula significante, no obedece al movimiento o la dinámica del mismo. En ese sentido podemos hablar de una estática del fantasma. Es como un resto simbólico que se aloja donde falta el saber. Lacan lo denomina axioma porque en un sistema lógico hay ciertas fórmulas que son inmodificables y están en el punto de partida. No se dejan modificar por las leyes de transformación del resto del sistema.
El fantasma fundamental está ligado a una significación absoluta, separada de todo. Es lo que Freud sostenía cuando afirmaba que permanecía ajeno al contenido de la neurosis y no encontraba un lugar apropiado en su estructura.
Vamos a ilustrar con un caso clínico, el despliegue de la posición fantasmática de un analizante. Utilizaremos un material de una psicoanalista de la Escuela de la Causa Freudiana de París que se llama Marie-Hèlene Brousse. Fue presentado en el Seminario Hispanoparlante a posteriori de los encuentros internacionales que se realizan en el Campo Freudiano.
Los detalles de la historia:

..."Se trata de un hombre joven, que vino a verme hace seis años, con una queja explícita. Tenía pesadillas repetitivas, en las cuales tenía que tragar objetos muy diversos, cuchillos, tenedores, clavos, alfileres, etc. Pero estos objetos no tenían mucha importancia, sino por ser objetos que de tal manera podían ser reemplazados, por ese objeto paradójico, "un poco de po lvo, casi nada". Se despertaba ahogándose en un estado de gran angustia, hablaba también de sus dificultades con las mujeres en general, y de la mujer con la cual había tenido una hija. También en estas relaciones se encontraba muy angustiado, algunas veces violento y sin poder enterarse de lo que pasaba en estas relaciones amorosas"...

Aparece aquí el pedido de análisis alrededor de dos temas, las pesadillas y una dificultad con las mujeres.

"Se había desarrollado la historia de este sujeto entre un padre militar, perseguidor y una madre preocupada por sus enfermedades, que durante una ausencia de un año de su marido, había sido feliz en el adulterio. El paciente podía recordar que al volver el padre y debido a una carta que misteriosamente cayó en sus manos, una pelea muy fuerte tuvo lugar entre los padres. Él había escuchado gritos y llantos y había temido por la vida de la madre. Tal como algunas veces había temido por la suya frente a la violencia del padre".

En el relato del paciente se trata de un padre gozador, en tanto aparece como un padre terrible, violento. Hay una identificación con la madre en la posición que adoptan frente al padre gozador, pues había temido por la vida de su madre como algunas veces él había temido por la suya frente a la violencia de su padre. Seguimos con el caso:

..."Su vida había sido marcada por el fracaso escolar debido a su rebeldía contra toda forma de poder. Cada vez que el saber se encarnaba en una figura de autoridad, el paciente no podía sino rechazarlo. La solución que eligió fue ponerse en el lugar de curar al Otro. Aunque como enfermero se peleaba con las autoridades médicas"...
..."Una anécdota, más tarde ya en análisis, aclara la relación entre él y su padre. El padre, generalmente silencioso con su hijo, e interviniendo no con palabras, sino mediante actos, hacía un día palabras cruzadas. Se dirigió de repente hacia el paciente y lo injurió con dos palabras: "ruidoso" e "insípido". Esas palabras quedaron como insultos y enigmas que lo marcaron por siempre en su ser, como falta en ser"...

Vamos ahora a lo que sería la construcción en la cura:

..."Un tratamiento de unos años puede ser enfocado de distintas maneras. He elegido como enfoque una construcción que hizo el paciente y a la cual se refirió muchas veces de distintas maneras, dando muchas vueltas, convirtiendo así esta construcción en el modelo depurado de su relación con el Otro de la demanda. Se trata también de palabras bajo la forma de relato, por sus padres, de una pequeña escena de la infancia de la cual él no tenía otros recuerdos que estas palabras: tiene ocho o nueve meses, y rehusa las exigencias de sus padres de hacer caca en la pelela, él rehusaba y se hacía caca en los pañales limpios. Un día su padre le dijo a su madre: le voy a mostrar que se debe ser limpio; entonces el padre toma el pañal sucio y se lo refriega por la cara. El padre se mostró contento incluso cuando lo contaba años después porque desde ese momento el chico no volvió a hacerse encima"...

La analista hace referencia a que la construcción queda del lado del analizante. Notemos la diferencia entre Freud y Lacan. Para Freud la construcción era producida por el analista -recordemos "Pegan a un niño" allí donde no hay más recuerdos para relanzar el proceso analítico. Lacan piensa a la construcción como un trabajo que tiene que hacer el analizante. Ahora bien, el analista no está eximido de hacer una construcción del fantasma, pero se tratará de otro contexto, para la presentación de un caso clínico o ante un control. Es decir, no es la construcción que el analista ofrece a su analizante.

..."Desde esta construcción de una marca en el cuerpo, el analizante se encontró en la mierda, la mierda era su universo y la fórmula que organizaba todas las circunstancias de su vida, como todas las formas de su relación con el Otro, que era cagar al Otro o ser cagado por el Otro. El fantasma es el marco del mundo, por ejemplo, su relación con el saber podía resumirse en los profesores lo cagaban en los exámenes, los jefes de servicio lo cagaban en su trabajo y así sucesivamente. Por otro lado se dedicaba a echar mierda al Otro en cada situación institucional en la cual se encontraba, o sea que estas son las formas imaginarias que adopta este dato fantasmático de cagar-ser cagado, era un cagador".

El fantasma es el marco por el cual él ve la vida y se ve a sí mismo. Esa realidad fantasmática en la cual es sujeto se posiciona es cagar o ser cagado.
La historia del sujeto se va construyendo en el análisis. Aparecen las injurias del padre: "insípido, ruidoso". Frente a estos significantes enigmáticos, el sujeto resuelve imaginariamente su falta en ser con el fantasma. ¿Quién soy? Soy un cagador.

..."Durante los primeros años del análisis, no se daba ni siquiera cuenta -el analizante- de la ubicuidad de este registro pulsional, tal es así que durante un tiempo yo interrumpía las sesiones cada vez que aparecía una palabra incluyendo el significante mierda o cagada"...

La pulsión aparece bajo la forma del fantasma, porque está articulada a los significantes de la demanda del Otro.
La analista cortando las sesiones cuando aparecía ese significante intentaba que el analizante registrara que el tema del cagar o de la mierda era el tema de su ser, que marcaba su ser.
Recordemos que Lacan decía que un análisis se parece a una partida de ajedrez. A medida que transcurre el juego van quedando las piezas necesarias para su finalización. En un anáilsis la proliferación de significaciones se tiene que comenzar a reducir. Sabemos que un significante siempre remite a otro significante. Se tratará de ir acotando desde lo fantasmático da cada sujeto, esas significaciones hasta llegar a un significante último que Lacan llama "significante insensato".
El corte de una sesión viene a ejemplificar esto. Sería no permitir que en el discurso del analizante venga un S 2 a resignificar un S 1 y haga una nueva significación.
El significante insensato es ese significante último a partir del cual se engancharon todos los demás. Es S1 en tanto se enganchó con una batería de significantes S 2. Si hacemos el trabajo al revés, lo que queda del lado del S 1 no es el enganche, es el desenganche, el vacío total. No hay simbólico, no hay imaginario, hay puro agujero. Este es el atravesamiento de fantasma. Momento en que se puede inventar algo pues el sujeto se enfrenta al vacío. Frente al vacío, en lugar de volver a los significantes de la neurosis, se puede inventar algo nuevo.



Bibliografía:

Pegan a un niño. Sigmund Freud.

Dos dimensiones clínicas: síntoma y fantasma. Jacques-Alain Miller.

Seminario Hispanoparlante. AA.VV. Marie-Hèlene Brousse.



Trabajo realizado para el seminario "El fantasma en la clínica psicoanalítica" a cargo de Marta Rietti. Curso de Posgrado de Psicoanálisis del Centro de Salud nº 3 Dr. Ameghino.

domingo, 19 de julio de 2009

Entrevista al Lic. Adrián Kripper

El Lic. Adrián Kripper es docente y analista. Trabaja en la Facultad de Psicología U.B.A. y en el Centro de Salud # 3 Dr. Ameghino

Mantuvimos esta charla en el programa radial "Los Lanzallamas" de FM La Tribu, el 27-9-95.

Eduardo Briano: ¿Cómo surgió en vos el Psicoanálisis?

Adrián Kripper: Es una pregunta que me lleva a hacer un viaje por el túnel del tiempo...

EB: ¡Tenemos poco tiempo!

AK: La tecnología moderna hace que los viajes en el tiempo se puedan hacer muy rápido. Estoy pensando en hace 25 años atrás, época que empecé a pensar en elegir una carrera universitaria estando en el secundario, y elegí Psicología. En el año 1972 entré a la U.B.A. Poco después empecé a pensar en el Psicoanálisis como una disciplina y una práctica profesional para mí. Pensando en esto diría que tiene que ver con inquietudes humanísticas que siempre estuvieron presentes en mí. Desde chico me interesaba mucho leer sobre Historia, Mitología, Biografías. En este sentido me parece que la disciplina psicoanalítica y la práctica del Psicoanálisis recogen y realizan de alguna manera algo de aquellas inquietudes. En rigor el Psicoanálisis tiene mucho que ver con la Historia, la Mitología y las Biografías, en particular con esto último. Cada análisis es un análisis distinto; cada sujeto es un sujeto distinto, y si bien creo que es posible y necesario formular generalizaciones, conceptos generales abarcativos, diría que la práctica de cada análisis, si es eficaz, es porque apunta a lo que de singular tiene cada cual.


EB: Hablabas de Historia y Biografías. ¿Sería una Historia que se va construyendo, muy distinta a una Historia fija, inmutable?

AK: Es muy interesante la pregunta. Te diría que sí y que no. Es cierto lo que vos marcás, la idea de Historia que un analista va a manejar tiene que ver con la posibilidad de pensar la Historia desde un ángulo diferente. No un relato inmutable, sino la posibilidad para un sujeto de situarse en una posición diferente respecto de su historia. Sin embargo diría que todo concepto de Historia, más allá del Psicoanálisis, maneja esta misma idea. Es decir, la Historia no son los acontecimientos, no son los hechos, sino que la Historia es siempre el relato que un sujeto, este sujeto puede ser una persona, Herodoto o un pueblo, hace sobre esos hechos. La disciplina histórica no es una sumatoria de acontecimientos en sí sino que es cómo relata cada cual, desde la posición en que está, esos hechos. La historia nunca es innocua, nunca es objetiva porque siempre tiene que ver con quién es el que la relata. En ese sentido siempre sirve a algún determinado fin. En esto no es distinta a la Historia que cada sujeto puede relatar de sí mismo. Que generalmente son las primeras cosas que se epiezan a decir en un análisis.


EB: Me gustaría que entremos en la temática de la Salud Pública. ¿Es posible el Psicoanálisis en un Hospital Público? ¿ Qué dificultades encuentra un psicoanalista en ese lugar?

AK: Habría que distinguir las dificultades del Psicoanálisis de las dificultades del psicoanalista en un Hospital Público. Yo ejerzo una práctica desde hace varios años y mucha otra gente también, lo cual no quita que la pregunta siga siendo válida. En todo caso ¿cómo es posible la práctica del Psicoanálisis en una institución pública de salud mental? ¿Qué dificultades como disciplina, como método terapéutico (no hay que tenerle miedo a la palabra) qué obstáculos tiene el Psicoanálisis y qué obstáculos puede tener un psicoanalista?
En rigor, la pregunta por si es posible el Psicoanálisis en una institución pública es una pregunta que ha motivado jornados institucionales, interhospitalarias, que más allá de la validez de la pregunta, creo que tenía la marca de cierta necesidad de los propios analistas de autorizarnos respecto de esa misma práctica. Creo que la pregunta acerca de si es posible el Psicoanálisis en una institución no es distinta a si es posible el Psicoanálisis en un consultorio o donde fuese. En todo caso habrá que establecer cuáles son las características diferenciadas, de cómo se lleva el análisis en cada ámbito. Pero diría que las dificultados del Psicoanálisis son intrínsecas al Psicoanálisis, sea en un hospital, en un consultorio o donde fuese. El Psicoanálisis es una práctica diferente y las dificultades nunca van a ser sólo exteriores a el sino que el Psicoanálisis está destinado a tropezarse con dificultades y a tener que entenderse con ellas.


Juan C. Olave: ¿En el Hospitál Público no está más acotado el tiempo?

AK: Sí, el problema del tiempo entra a tallar. Los tratamientos necesariamente se acotan por cuestiones relativas a la demanda de asistencia. Pero en este sentido, ya hace unos cuantos años la difusión del pensamiento lacaniano dentro del campo psicoanalítico hizo incapié en que lo que caracteriza a un dispositivo analítico no es tanto la frecuencia o la duración de las sesiones, si hay o no diván, sino la particular posición de escucha del psicoanalista. Desde esa persectiva se abre la posibilidad de pensar que es posible practicar el Psicoanálisis en una institución, en tanto haya un analista que sostenga una escucha analítica durante el tiempo que resulte posible. Ahí (en el tiempo) hay limitaciones concretas.

EB: Escucha que tiene que ver con no ponerse en el lugar del consejero...


AK: No es en vano recordar lo que Freud decía de las profesiones imposibles: gobernar, educar, analizar. Que del analista se esperen consejos, que se espere que sepa, que tenga la receta, no quiere decir que efectivamente tenga todo eso y sin embargo el analista tiene que sostener ese lugar, aun así.

EB: Un oyente hizo un comentario sobre el bajo nivel salarial de los trabajadores. ¿Qué pasa con los profesionales de la Salud Pública?



AK: En general los profesionales de la Salud Pública no estamos bien pagos. Es muy común que en diversos servicios de Psicopatología muchos profesionales trabajen ad honorem...


EB: Esta crisis económica y el poco lugar que desde las esferas del poder se le da al Psicoanálisis, ¿ no sería también un obstáculo a la práctica?



AK: Las esferas del poder siempre dan poco lugar al Psicoanálisis. Su relación con el poder será necesariamente conflictiva y seguramente será de no convalidación de ese poder.


EB: ¿El Psicoanálisis en su conjunto o hay ciertas corrientes que coquetean con el poder?


AK: Desde su creación, el Psicoanálisis fue una disciplina subversiva. Tendía a romper con los conceptos imperantes en su época. Su época es toda época. Quizá un problema para el propio Psicoanálisis es que esta época lo encuentra como siendo un discurso muy repetido en los medios, de ciertos lugares comunes. La palabra Psicoanálisis parece muy difundida.


EB: ¿Por qué en los medios no aparece un psicoanalista lacaniano?


AK: Algunos psicoanalistas lacanianos han aparecido. Tenemos que pensar que las instituciones oficiales del Psicoanálisis como la "Asociación Psicoanalítica Argentina" en particular, ha instalado el Psicoanálisis en nuestro país y han ocupado lugares. Pero me parece que ese monopolio al que creo que vos hacés referencia, últimamente ya no es tan así.
Cuando yo me refería a los obstáculos del Psicoanálisis, me quería referir esencialmente a que encuentra obstáculos no sólo exteriores a su propia práctica sino que la propia práctica necesariamente va a generar obstáculo. Porque no es un tratamiento destinado a lo que se podría llamar alegremente el bienestar. Es decir, quien emprende un Psicoanálisis tiene que encontrarse seguramente con cuestiones difíciles, con cuestiones que tenga que poder reconocerse de sí mismo. Y esto genera obstáculos. Yo quería retomar algo que vos planteabas antes, acerca de si el Psicoanálisis podía dar respuestas o prometer panaceas. Lo mejor es enemigo de lo bueno. Es cierto, se hacen muchas ofertas en la actualidad. Siempre se han hecho muchísimas ofertas. El Psicoanálisis, el psicoanalista, no puede ofrecer respuestas, no puede ofrecer milagros. Pero ofrece, sí, la posibilidad de una escucha a partir de la cual se abre la posibilidad de que las respuestas empiecen a encontrar un lugar.



EB: ¿Cuál sería la nota distintiva entre el Psicoanálisis y las terapias alternativas que te prometen la felicidad en dos meses?


AK: Estas promesas de felicidad desde el Psicoanálisis podríamos decir que están todas enmarcadas dentro del principio del placer...


EB: Entonces si el Psicoanálisis no te promete un lecho de rosas... ¿hay que pasar por el infierno, en términos dantescos?

AK: No promete un lecho de rosas ni tampoco un diván de espinas... La nota distintiva está dada por cierta vocación en relación al saber y a la verdad. En general estas promesas de rápidos resultados con poco esfuerzo que se hacen por ahí, que siempre se han hecho... Hasta resulta paradojal e interesante este fenómeno por el cual con el desarrollo de la técnica y de la tecnología tan avanzada, cada vez más haya un retorno a ofertas muy lindantes con lo mágico. Esta especie de esquizoidía de nuestra cultura moderna. Pero decía recién que la nota distintiva tiene que ver con que este tipo de ofertas mágicas en realidad son como recetas al modo de trajes de confección. Cada cual puede ir, probárselo y para toda una tipología humana pueden andar bien esas medidas. El Psicoanálisis es un traje a medida.


Quiero decir con esto, que el saber que atañe a cada sujeto y que lo hace distinto de otro, cada historia es una historia distinta, este traje a medida que es el Psicoanálisis por el cual cada uno es diferente, necesariamente puede sostener la posibilidad de que alguien mejore respecto de sus problemas cotidianos. Porque tampoco vamos a decir que el Psicoanálisis promete el sufrimiento. Es un error plantear esto y creo que los psicoanalistas an alguna medida algo hemos hecho para que se creara una cierta imagen en ese sentido. Pero creo que la diferencia esencial es que no hay cambio para un sujeto que no pase por la posibilidad de que acceda a cierto saber acerca de sí mismo.


EB: Los cambios profundos o estructurales se producen con el traje a medida... con el traje de confección serían cambios pasajeros...


AK: Sí, lo que solemos llamar efectos sugestivos. No porque en el Psicoanálisis estos efectos de sugestión no se produzcan. Lo que pasa es que no reposa esencialmente sobre el resorte de la sugestión, aunque implique cierta medida de sugestión. El Psicoanálisis pasa por otro lado. Pasa por sostener la posibilidad para un sujeto, para aquél que viene a formular su consulta, de que acceda a un saber acerca de lo que esencialmente a él le atañe. Es a partir de ahí que los cambios consistentes son posibles.


JCO: O sea que el analista no está obligado a darle la felicidad como si fuera un don. Los analistas sacarían los "demonios" internos... y cada uno sabe lo que puede tener adentro...
AK: No hay que asustar a la gente con Dante, el infierno, el purgatorio y los demonios. Los demonios nos parecen más demoníacos cuanto menos sabemos de ellos. En la medida en que podemos decir de las cosas que nos pasan, esos demonios toman una consistencia menos amenazadora. Las cosas nos resultan más demoníacas cuanto más nos es difícil hablar de eso. Retomando lo que decíamos antes, puede haber Psicoanálisis sin diván, con una frecuencia de sesiones muy diversa. Lo que no puede haber es un Psicoanálisis sin que haya allí uso de la palabra, intercambio de palabras. Ya desde sus comienzos esta es una clave esencial de la eficacia psicoanalítica y en ese sentido, los demonios cuando son puestos en palabras empiezan a tomar una forma menos amenazadora.
El Psicoanálisis no puede ser como el aprendiz de brujo que conjura a los demonios y después no sabe qué hacer con ellos. Se trata de conjurar a los demonios para que pierdan esa consistencia que toman cuando no nos atrevemos a hablar de eso.



JCO: ¿Es posible que una persona que niegue el Psicoanálisis lo necesite?
EB: ¿Es para todos?


AK: No, no es para todos, y esto no lo digo por el caso de alguien que niegue el Psicoanálisis. Lo digo por cuestiones clínicas y psicopatológicas. Lo cual no quita que un psicoanalista pueda intervenir en tratamientos de pacientes para los que no esté indicado el Psicoanálisis y que un analista pueda intervenir eficazmente pero no bajo los lineamientos clásicos del tratamiento psicoanalítico.
Que alguien niegue el Psicoanálisis no agrega ni quita respecto de que pudiera necesitarlo. En realidad es difícil la palabra "necesidad" respecto de la relación de un sujeto y el psicoanálisis para sí mismo. Cada cual sabe o puede advertir cuándo necesita formular una consulta a un especialista.


EB: Quería aclarar que cuando preguntaba si el Psicoanálisis era para todos no me refería en un sentido elitista... Además no cualquiera se interroga por su malestar.


AK: El Psicoanálisis es para todos aquellos que padezcan un sufrimiento y que ese sufrimiento lo lleve a una consulta. No es serio plantear que alguien va a un Psicoanálisis simplemente por cuestiones de filosofía. Cualquiera que va a formular una consulta a un analista seguramente es porque padece de algo, sufre de algo. Esto, por la misma índole de lo que el analista va a proponer, ese sufrimiento debe abrir paso a alguna clase de pregunta, es decir, al sintido que ese sufrimiento tiene para ese sujeto.



EB: Muchos padecen de algún sufrimiento y pretenden recibir soluciones del analista...


AK: Diría que esto es casi hasta una fase necesaria. En todo comienzo es necesario suponer que cualquiera que viene a una consulta trae una expectativa de esta índole. Espera que el psicoanalista tenga la respuesta, ya sea que lo explicite o no. Es inevitable y hasta necesario. Debe esperar del analista esta respuesta "mágica". El tema es: ¿cómo sostiene su oferta el psicoanalista para que, sabiendo que es imposible esa respuesta mágica, no obstante se pueda operar de modo tal que la pregunta que el paciente trae, promueva un trabajo que podríamos decir es casi de una investigación subjetiva, una investigación personal.
Ese saber acerca de por qué a uno le pasan determinadas cosas, que necesariamente se supone que el analista es depositario de ese saber, sabría por qué a alguien le pasan determinadas cosas; ese saber, el sujeto empieza a pensar que sólo puede producirlo hablando, trayendo sus asociaciones, sus sueños, sus lapsus.


EB: El otro día le hicieron un reportaje a Mario Bunge en el diario Clarín. Le preguntaron "¿qué le reprocha al Psicoanálisis?" y Bunge responde: "Que es una profesión que no tiene investigación. Es una disciplina en la que tampoco hay cambios. Después de cien años las ideas siguen siendo las de Freud. Además está en contradicción con los hallazgos hechos en los últimos cincuenta años por la Psicología experimental, en especial por la Psicología fisiológica. No es eficaz. Peor aún, es contraproducente, no sólo no cura sino que además empeora". ¿Cuál es tu comentario?


AK: No son novedad las críticas de Mario Bunge. Casi diría que es un caballito de batalla de hace muchos años. En tanto haya espacio para que se pueda sostener un debate me parece que no esá mal que podamos leer lo que dice Bunge y podamos responder y sostener un debate en relación a esto. En sus cien años de existencia el Psicoanálisis se ha encontrado muchas veces con este tipo de críticas y ha crecido, no obstante eso. Ha desarrollado teorías. Pero me parece importante distinguir cuáles son las dificultades propias de una teoría y una práctica psicoanalítica y cuáles son quizá los vicios, en cierto sentido, de los psicoanalistas. No porque los psicoanalistas podamos a veces tener cierta tendencia a repetir cuestiones dichas por Freud o por otros pensadores, eso no autoriza a extender la crítica al Psicoanálisis como tal. En este sentido la clínica psicoanalítica en las instituciones asistenciales públicas, volviendo a esto que no es excluyente, la posibilidad de una oferta de práctica asistencial y de alto nivel ha sido un progreso de los últimos años, el Ameghino es una prueba de ello. El Psicoanálisis ha venido sosteniendo una práctica que demuestra su eficacia. Lo cual no quita que dejemos de interrrogarnos por las modalidades y por cómo funciona esa eficacia. Tiene la pretención de transmitirse como ciencia y tiene la pretención de dar cuenta de sus fundamentos en forma científica. En este sentido tiene vocación de constituirse como ciencia y esto es innegable.



EB: Muchas gracias.

















martes, 7 de julio de 2009

El enigma femenino

Para Mariana que, sin proponérselo, me enseñó algunas cosas.


Intentaremos articular la feminidad y la mascarada. Hablaremos para ello del complejo de Edipo como estructura fundante en la constitución del sujeto y del falo, como aquello que dinamiza las relaciones entre los personajes que intervienen en el complejo. Por último comentaremos un cuento de Oscar Wilde, "La Esfinge sin secreto" que nos permitirá ilustrar el tema que estamos considerando.

El Falo
Con relación al falo el texto al que debemos referirnos es "La organización genital infantil" de 1923. El falo es la premisa universal del pene, creencia infantil de que sólo hay seres con pene. Para Freud, el falo es una premisa que se da de antemano, y cuyo origen es desconocido. Nos dice: "este órgano, tan fácilmente excitante, capaz de variar de estructura y dotado de extrema sensibilidad, ocupa en alto grado el interés del niño y plantea nuevos problemas a su pulsión de investigación."
Aquí el falo se constituye en una fase del desarrollo de la libido. Fase implica obligatoriedad. Todo el mundo tiene que pasar por ella. La novedad que aporta esta fase es su articulación con el complejo de castración. Entonces, confrontados con los hechos, los niños descubren que hay seres a quienes les falta, y temerán perderlo y las niñas que descubren que no lo tienen, querrán tenerlo. Estos dos puntos definen el complejo de castración. En la mujer este complejo se llama envidia del pene y en el hombre, amenaza de castración. Cuando el niño ve los genitales de una niña cree que si no lo tiene, de acuerdo con la premisa fálica, es porque ha hecho algo malo y se lo han cortado. La fantasía de castración se va generalizando a todas las mujeres pero adquiere su plena significación ante la castración en la madre. En esta fase la polaridad sexual es genital masculino/castrado. Sólo al final del desarrollo, en la fase genital, se dará la polaridad masculino/femenino. Como se ve, la oposición masculino/femenino no aparece de entrada. Son conclusiones del desarrollo: no se nace hombre ni mujer.


Complejo de Edipo femenino

¿Cómo atraviesa la mujer la fase fálica? Hay dos artículos de Freud donde lo explica. "Sobre la sexualidad femenina" 1931 y "La feminidad" conferencia 33 de "Nuevas lecciones de introducción al Psicoanálisis" de 1932. En ese momento Freud descubre la importancia de las fases preedípicas del desarrollo. De entrada el objeto primordial para la mujer es de su propio sexo: la madre.
La sexualidad de la mujer es complicada porque tiene dos dificultades: para posicionarse como heterosexual la mujer tiene que hacer un doble viraje: del objeto –de la madre al padre- y cambio de zona genital, del clítoris a la vagina. Este doble cambio el hombre no lo tiene que hacer porque su referencia genital será el pene y su objeto primordial es el objeto de su posición normativa heterosexual.
Esta primera relación con la madre es un lazo muy intenso. Se constituye sobre el fondo de una ilusión fálica que es doble: la madre tiene falo y la niña también. Pero llega el momento de la decepción con la experiencia de la diferencia de los sexos, con el reconocimiento de que ella no tiene. Finalmente también tendrá que reconocer que la madre tampoco. Esto provoca la ruptura del idilio con la madre y la niña se dirigirá la padre entrando en el complejo de Edipo. Es decir, la decepción fálica sobre el fondo de la premisa universal del pene al confrontarse con la diferencia de los sexos, la impulsa hacia el hombre.
En el hombre, ella va a buscar la posibilidad de que le dé un hijo, porque para Freud, el hijo es lo único que a una mujer la puede colmar de su falta de pene.
Freud le ve tres posibles salidas a este complicado desarrollo. Una sería el rechazo de toda la sexualidad, la frigidez. Otro camino sería la creencia de que tiene pene en algún sentido de que va a conseguirlo, lo que la llevaría a una elección homosexual de objeto. Y la tercera vía, que llevaría a la "normalidad" es la que supone la ecuación chico=falo.



Las fórmulas de la sexuación. El goce fálico.


La feminidad es para Freud "norme-male", norma-macho, al decir de Lacan. Para el francés, Freud en torno a la cuestión de lo femenino pierde el rumbo. En el Seminario 17, clase del 11-2-70 nos dice: "Evidentemente, Freud, a veces, nos abandona, se escabulle. Abandona la cuestión cuando se aproxima al goce femenino".
Entonces, Freud no llega muy lejos en este camino, porque los tres caminos posibles en la resolución edípica son formas neuróticas de la feminidad. El deseo femenino por excelencia –tener un hijo- no se sino un deseo masculino. En "La feminidad" nos dice: "El viejo deseo masculino de la posesión de un pene se transparenta a través de la más acabada feminidad. Pero quizá debiéramos reconocer tal deseo de pene como por excelencia femenino."
Efectivamente, desde Lacan podemos llamar posición masculina, lado del hombre, a esta orientación hacia el padre, sin importarnos cuál sea el sexo biológico de quien se sitúa según dicha orientación. La feminidad se normaliza en el deseo de pene. Halla la razón de su deseo en el falo. Podemos hablar para las tres orientaciones de diferentes modos de goce, que encuentran su límite en la "carretera principal" como dice Lacan en el Seminario 3. Se incluyen en el campo del goce fálico.
Esto es así porque las tres orientaciones que propuso Freud son consecuencia de la envidia fálica.
La histérica quedará ubicada también dentro del goce fálico, normativizado por la ley paterna a través del deseo como insatisfecho. Deseo que quedará anudado a la envidia del pene. El goce fálico está estructuralmente condenado al fracaso, a no encontrar su meta, a dejar un resto. En el resto que se produce por la diferencia entre lo esperado y lo hallado se sostiene el deseo como insatisfecho.
Este deseo que caracteriza a la histérica sólo se sostiene insatisfecho con relación a un goce absoluto situado en el horizonte, respecto del cual todo goce que a la histérica le toca en suerte –fálico- es insuficiente.

La feminidad y la mascarada


Dice Lacan en el Seminario 5: "He mencionado el velo que con mucha regularidad cubre el falo en el hombre. Es exactamente lo mismo que recubre normalmente a la casi totalidad de la mujer, en la medida en que lo que ha de estar precisamente detrás, lo que está velado, es el significante del falo. El descubrimiento sólo mostraría nada, es decir, la ausencia de lo que es destapado, y con esto está vinculado lo que Freud llamó, a propósito del sexo femenino, el Abscheu, el horror que corresponde a la propia ausencia: la cabeza de Medusa". Clase del 7-5-58.
Una mujer puede representar un velo detrás del cual queda sugerido un misterio. En el cuento "La esfinge sin secreto" de Oscar Wilde esto se desarrolla muy claramente.
Es suficiente presentar un velo para que un hombre desee conocer lo que hay detrás. Recordemos el cuerpo velado en "la danza de los siete velos".
Velo y misterio están muy relacionados. No es casual que en las novelas policiales la mayoría de los investigadores sean del sexo masculino. Las mujeres no se interesan en develar enigmas (salvo el enigma femenino) sino que más bien los inventan, como la esfinge de Tebas, o los encarnan personalmente, como Lady Alroy.
Habíamos citado al cuento "La esfinge sin secreto". Allí vemos que la protagonista utiliza su mascarada como una estrategia para ocupar toda ella el lugar del falo y sostener el deseo como insatisfecho, manteniéndolo vivo a través del enigma que encarna.
En el cuento de Wilde, el joven Gerald tiene una pena de amor. Había visto a una hermosa mujer en la calle y en ese breve instante quedó fascinado ante la enigmática belleza de la dama. Días después el destino quiso que se encuentren en una reunión social. A partir de ahí, comienzan a verse regularmente y ella siempre en una actitud enigmática, misteriosa.
Gerald confiesa ante esta conducta de Lady Alroy: "me enamoré apasionada, estúpidamente y la indefinible atmósfera de misterio que la rodeaba provocó mi más ardiente curiosidad." Las reuniones con Lady Alroy se sucedieron a lo largo de esa temporada.
Ambos jugaban al juego de la seducción amorosa, él jugando el rol de aparentar "tener" el falo y ella, de aparentar "serlo". Circunstancia que no implica necesariamente que ella estuviera enamorada de su partenaire en el juego de las apariencias, juego tan característico en los encuentros entre un hombre y una mujer.
Llegó un momento en que Gerald no soportó más esta situación enigmática y decidió declararle su amor y pedirle que fuera su esposa.
Otra vez la encuentra accidentalmente en la calle –ella no lo advierte- pero esta vez ella está entrando a un hotel donde se alquilan habitaciones. El sospecha que tiene una cita furtiva con un amante.
Cuando se vuelven a encontrar, Lady Alroy pretende seguir con el secreto. Al saberse descubierta responde que no tiene nada que decir, que no se encontró con nadie. El muchacho reacciona insultándola violentamente y se va de la casa.
No se vuelven a ver. Gerald hace un viaje para intentar olvidarla y cuando regresa a Londres se entera de que Lady Alroy había muerto víctima de una pulmonía.
Gerald va a la case de la supuesta cita furtiva. Allí le informa la casera que Lady Alroy alquilaba un cuarto para estar sola, leyendo libros o tomando el te.
Su amigo e interlocutor le dice a Gerald que esa mujer alquilaba esas habitaciones por el placer de ir sin el velo e imaginarse una heroína. (She took these rooms for the pleasure of going there with her veil down, and imagining she was a heroine).
Nuestra histérica Lady Alroy hace máscara para detrás de la misma ser el falo y convocar el deseo del Otro.
"No tengo nada que decir" dice ella, porque detrás de la mascarada hay un vacío. Por este motivo será necesario una fachada enigmática para que el hombre quiera desentrañar el enigma, para que el hombre suponga que más allá del misterio está el falo. Pero el falo nunca está donde se lo busca. Siempre está ausente aunque reine por doquier.
El falo imaginario es el pivote del "hacer apariencia". Lacan dirá que es el único semblante privilegiado en el juego imaginario de las mascaradas. Creemos que este bello cuento de Oscar Wilde es un claro ejemplo de ello.


Eduardo D. Briano
Trabajo realizado para el seminario "Acerca de la sexualidad femenina: ¿Qué quiere una mujer?" Docente: Enrique Tenenbaum. Centro de Salud # 3 Dr. Ameghino. 30-8-05

domingo, 24 de mayo de 2009

Perversiones: problemas que plantean al diagnóstico



Hay una diferencia considerable entre un diagnóstico surgido desde la psiquiatría de un diagnóstico psicoanalítico.
El diagnóstico psiquiátrico es descriptivo, se formula desde una posición y metodología empiristas. Podemos mencionar como ejemplos tanto a la Psiquiatría clásica –Kraepelin- como a la moderna Psiquiatría norteamericana con su criterio farmacológico.
El diagnóstico psicoanalítico no desdeña el registro descriptivo de síntomas y conductas pero lo considera desde una perspectiva estructural.
En el caso de las perversiones estas diferencias entre usar por una parte descripciones de conductas y por otra la posición del sujeto en la estructura producen diferencias mayores.
Cuando el diagnóstico de perversión se establece por descripciones de conductas la noción de perversión se hace equivalente a la de desviaciones en la conducta sexual. Son conductas aberrantes. Aún en Psicoanálisis, esta es una de las definiciones de la perversión. Con este criterio se puede hacer el catálogo de las perversiones y tenemos a la homosexualidad, el fetichismo, el travestismo, el sadismo, el exhibicionismo etc.
Sin embargo, podemos ver que estas desviaciones se encuentran entre las conductas de los neuróticos y de los psicóticos, perdiendo especificidad el diagnóstico de la perversión.
Por otra parte, cuando hablamos de conductas aberrantes o desviadas debemos preguntarnos: ¿Son desviadas con relación a qué? Explícita o implícitamente estamos suponiendo un modelo o tipo ideal de conducta sexual en relación con el cual medir la desviación. Detrás de la fachada descriptiva, se sostiene un idealismo, hay una jerarquía valorativa en juego.
En “Tres ensayos para una teoría sexual” Freud toma como punto de partida este modelo descriptivo. El primer ensayo lleva por título: “Las perversiones sexuales”. En su primer capítulo considera a las perversiones siguiendo el criterio de las desviaciones respecto al objeto (A. La inversión B. Impúberes y animales como objetos sexuales) y en el segundo capítulo con el criterio de las desviaciones relativas al fin sexual (A. Transgresiones anatómicas B, Fijación de los fines sexuales preliminares)
Notamos el deslizamiento que produce Freud entre este concepto de “aberrraciones” que figura en el primer capítulo y que luego, a medida que avanza en la construcción del problema que plantea la sexualidad humana, es sustituido por el de “perversiones”. Así, al comenzar el tercer capítulo “Generalidades de las perversiones en conjunto”, afirma:

En ningún hombre normal falta una agregación de carácter perverso al fin sexual normal, y esta generalidad es suficiente para hacer notar la impropiedad de emplear el término “perversión” en un sentido peyorativo”.

Podemos suponer que si Freud comienza los “Tres ensayos…” desde un enfoque empirista-idealista tradicional (desviaciones, aberraciones), no es tanto para insistir y defender la noción de “desviación” como para hacer explícito cuál es el tipo ideal y destituirlo. Es en ese momento cuando comienza a utilizar el término perversiones.

Pero aún en el acto sexual más normal integra visiblemente aquellos elementos cuyo desarrollo conduce a las aberraciones que hemos descripto como perversiones.”

Al finalizar su artículo “Tres ensayos…” habrá demostrado que no hay en la sexualidad un objeto y un fin naturales. La sexualidad humana no es natural. La heterosexualidad adulta no es sino uno de los destinos de lo sexual y por lo mismo no es menos enigmático un coito que una práctica perversa. El problema se ha transformado casi en su contrario. Ya no se trata de explicar cómo hay desviaciones sino cómo con una sexualidad que es inicialmente perversa llega a instalarse en el sujeto, como dice Lacan:

“…una posición sin la cual no podría identificarse al tipo ideal de su sexo, no tampoco responder sin grave riesgo a las necesidades de su pareja en la relación sexual, más todavía, aceptar con justeza las del niño que en ellas se haya procreado.” (La significación del falo)

Al promediar el capítulo tercero de los “Tres ensayos…” se ocupa de las características que distinguen lo normal de lo patológico:

“Cuando (la perversión) muestra los caracteres de exclusividad y fijación, es cuando podemos considerarla justificadamente como un síntoma patológico.”

La etiología sexual de las neurosis es una hipótesis que Freud viene sosteniendo desde los comienzos, pero es aquí donde considera la relación entre neurosis y perversión:

“Los síntomas psiconeuróticos no se originan nunca a costa del instinto sexual denominado normal, sino que representan una exteriorización de aquellos instintos que se considerarían como perversos en el más amplio sentido de la palabra, y se exteriorizan directa y conscientemente en propósitos fantaseados o en actos."

Al final de este párrafo encontramos la fórmula freudiana que define la relación entre neurosis y perversión:

“La neurosis es, por decirlo así, el negativo de la perversión.”

La perversión se caracterizaría por una exteriorización directa y consciente en fantasías y actos y la neurosis por una satisfacción deformada sustitutiva de las pulsiones parciales a través del síntoma.
Una aclaración. Lopez Ballesteros traduce “trieb” por instinto pero es más exacto utilizar el término pulsión.
La perversión adulta no va a ser efecto sólo de la persistencia de esta pulsión parcial. Hará falta una regresión a un punto de fijación en las organizaciones pregenitales.
Este concepto de regresión implica el retorno del sujeto a etapas superadas de su desarrollo libidinal y a relaciones de objeto anteriores, encontrando una satisfacción libidinal pregenital.
En este punto encontramos el impasse teórico freudiano. No puede dar cuenta de qué es lo que produce esta retirada libidinal.
Sólo más tarde podrá articular esta problemática con el complejo de Edipo y el complejo de castración. Al no incluir estos articuladores quedamos con una explicación de tipo naturalista en donde la genitalidad aparece orientando el desarrollo sexual como un orden preestablecido al que habría que llegar.
Hemos llegado a un punto donde no podemos distinguir claramente las perversiones de las neurosis, ni por estructura, pues la sexualidad humana es estructuralmente perversa, ni tampoco por un criterio descriptivo. Debemos agregar otros elementos para tratar de resolver la cuestión.
Podemos considerar el mecanismo de la “Verleugnung” –renegación o desmentida- que como renegación de la castración en la madre es aplicado por Freud al análisis del fetichismo. Se ha intentado definir la especificidad de cada estructura, neurosis, perversión, psicosis, por un mecanismo que les sería característico: la represión en las neurosis, la renegación en las perversiones y la forclusión en las psicosis. Sin embargo esto es incorrecto. La “Verleugnung” implica la represión; en la estructura perversa hay represión además de renegación. Además en Freud no quedan bien distinguidos estos dos mecanismos de “Verleugnung” y “Verwerfung” (renegación y forclusión) El mecanismo de la renegación es utilizado por Freud tanto para dar cuenta de la estructura perversa como de la estructura psicótica. Inclusive hay pocos textos en los cuales él utiliza el término “verwerfung”.
No queda otra alternativa que reconocer que en Freud el problema permanece irresuelto.

Lacan en sus primeros Seminarios permanece muy cerca de las nociones freudianas. En especial las de los textos sobre Leonardo y el Fetichismo, definiendo las perversiones a partir de la identificación del sujeto con la madre portadora de falo o la identificación con el falo mismo.
Posteriormente trabajará la distinción entre neurosis y perversión a través de la distinción entre placer y goce y la construcción de una teoría del fantasma (y del objeto a) que articule sus funciones en relación al deseo por una parte, y al goce, por otra.
Con estas herramientas conceptuales produce una definición centrada en la posición del sujeto en la estructura que es novedosa con relación a Freud.
En la perversión el sujeto se ubica en el lugar del objeto como instrumento del goce del Otro. En este momento el paradigma de las perversiones será el masoquismo y ya no el fetichismo.
Esta definición tiene valor diagnóstico, ya que nos permite descartar el diagnóstico de perversión cuando, a pesar de la presencia de perversiones en lo fenomenológico –desviaciones o aberraciones- no se verifica esa posición del sujeto en la estructura. Y también nos permite reconocer una estructura perversa aún en aquellos casos en que las desviaciones con relación al objeto o al fin sexual son inexistentes.
Eduardo Briano

Trabajo presentado para la materia “Clínica de las Perversiones” Posgrado de la Facultad de Psicología U.B.A. 1994.

domingo, 29 de marzo de 2009

Un comentario sobre "La disolución del complejo de Edipo" de S. Freud.



Haremos algunas puntuaciones en relación al artículo de Sigmund Freud "La disolución del complejo de Edipo" de 1924 (1) El concepto "complejo de Edipo" guía toda la obra de Freud, desde aquella carta a Fliess del 15 de octubre de 1897:

"También en mí comprobé el amor por la madre y los celos contra el padre, al punto que los considero ahora como un fenómeno general de la temprana infancia… Si es así, se comprende perfectamente el apasionante hechizo de Edipo Rey… Cada uno de los espectadores fue una vez, en germen y en su fantasía un Edipo semejante…" (2)

Freud recurre al mito para poder dar cuenta de la constitución de la subjetividad. Puesta en palabras de una ficción que intenta responder una pregunta sobre el origen, la existencia y la muerte.
Comienza su artículo diciendo que:

"El complejo de Edipo va designándose como el fenómeno central del temprano período sexual infantil. Luego ocurre la disolución. Sucumbe a la represión y es seguido por el período de latencia". (3)

Se pregunta entonces sobre las causas que determinan su fin. Notemos aquí en estos primeros párrafos que Freud utiliza ambos términos: disolución y represión, sin darle una diferenciación clara. Parecería que son utilizados como equivalentes.
La intensa vida sexual infantil desaparece durante el período de latencia, para reaparecer nuevamente la sexualidad en la pubertad.
Si la vida sexual en la infancia mostraba al niño implicado en la trama edípica, este período de latencia con su consecuente amnesia debe ser entendido como resultado de algún desenlace ocurrido en el interior de la trama edípica.
¿Cuál es el final del complejo de Edipo? ¿Qué es lo que opera allí para producir ese final? Si el neurótico es un Edipo y el período de latencia y la amnesia infantil el resultado de la trama edípica, ¿qué provoca ese desenlace?
Freud aventura algunas hipótesis. El final podría producirse por las decepciones que sufre el niño en sus pretensiones de exclusividad del objeto incestuoso. O bien por una imposibilidad interna de la trama misma y no en sucesos frustrantes de la realidad.
Sin embargo, esas hipótesis no lo convencen del todo y agrega una articulación nueva: la satisfacción edípica es imposible porque el Edipo está subordinado al complejo de Castración.
Introduce la fase fálica, definida por la primacía del falo, es decir, en la premisa de la universalidad del pene. Esta fase fálica no desarrolla hacia una etapa genital sino que desaparece. La causa de esta desaparición se explica por la amenaza de castración. ¿Qué es lo que hace eficaz a esta amenaza? Freud aclara que no se trata de la eficacia de una amenaza concreta. No es por la pérdida del pecho materno ni por la expulsión del contenido intestinal altamente estimado por el niño que la amenaza de castración adquiriría su eficacia. Tampoco se trata del trauma del nacimiento.
La amenaza de castración es eficaz por una observación que el niño realiza. Se trata de la visión de los genitales femeninos; una experiencia posible de ser repetida. Esta visión opera como castración cumplida y trae aparejada la posibilidad de sufrir la castración en el propio cuerpo. El falo en el que el niño ha creído es el de la madre. De allí que la amenaza de castración sitúa al niño frente a la castración en la madre.
El complejo de Edipo ofrece al niño dos posibilidades de satisfacción: la aaactiva (poseer desde el lugar del padre a la madre) y la pasiva (sustituir a la madre y ser amado por el padre)
El complejo de Castración revela que tales satisfacciones resultan imposibles si se ha de preservar el pene. Ambas conllevan la pérdida del mismo. Una, la masculina, como castigo. La femenina, como condición. Si la satisfacción en el complejo de Edipo implica la pérdida del pene, se producirá un conflicto entre el interés narcisista de esta parte del cuerpo y la investidura libidinal de los objetos parentales. En este conflicto prevalece el interés narcisista, se abandonan las investiduras libidinales y se sustituyen por identificaciones.
Las identificaciones con ambos progenitores que sustituyen las investiduras de objeto producen una modificación en el Yo formando el núcleo del la instancia superyoica.
Las tendencias libidinosas del complejo de Edipo quedan en parte desexualizadas y sublimadas. Este proceso ha salvado a los genitales de la amenaza de castración, pero los ha paralizado, despojándolos de su función. Comienza así el período de latencia.
Llegamos a un párrafo del artículo que nos parece clave:

"No veo motivo alguno para no considerar el apartamiento del Yo del complejo de Edipo como una represión, aunque la mayoría de las represiones ulteriores se produzcan bajo la intervención del Superyo, cuya formación se inicia precisamente aquí. Pero el proceso descripto es más que una represión y equivale, cuando se desarrolla perfectamente, a una destrucción y una desaparición del complejo… Si el Yo no ha alcanzado realmente más que una represión del complejo, este continuará subsistiendo, inconsciente, en el Ello y manifestará más tarde su acción patógena." (4)

Se ocupa luego del Edipo en la niña, pero nosotros nos detendremos aquí para examinar este párrafo.
El concepto que introduce Freud es disolución (untergang). Hay una necesidad teórica de distinguirlo de la represión, de lo contrario no hubiese utilizado el término en varios lugares de su obra.
Sin embargo, no encontramos más explicaciones sobre este desarrollo perfecto que desembocaría en una destrucción y desaparición del complejo. Por el contrario, la clínica nos muestra que el Edipo subsiste inconsciente y manifiesta su acción patógena en el padecimiento y los síntomas por los que los pacientes consultan a un analista.
De todas maneras, Freud mantiene la distinción de dos desenlaces del Edipo (disolución/represión) aunque no está desplegada con la claridad y extensión que merecería su importancia.
Sin pretender ser exhaustivos mencionaremos por ejemplo el artículo "Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica" de 1925:

"El complejo no es simplemente reprimido en el varón, sino que se desintegra literalmente bajo el impacto de la amenaza de castración. Sus catexias libidinales son abandonadas, desexualizadas y, en parte, sublimadas; sus objetos son incorporados al Yo, donde constituyen el núcleo del Super-yo. En el caso normal (más bien dicho en el caso ideal), ya no subsiste entonces complejo de Edipo alguno, ni aún en el inconsciente: el Super-yo se ha convertido en su heredero." (5)

En la conferencia "La angustia y la vida instintiva" de 1932 se refiere a los distintos destinos que sufren los impulsos instintivos (pulsionales) en el Ello. Uno de ellos nos interesa:

"Experimentan un completo aniquilamiento, en el cual la libido queda definitivamente encaminada por otras vías. Así sucedía en la solución normal del complejo de Edipo el cual en este caso deseable, no queda pues simplemente reprimido, sino que es destruido en el Ello. (6)




En estos ejemplos vemos cómo mantiene la distinción de dos destinos del Edipo, pero sin alejarse mucho de lo que había enunciado en 1924.
Si el complejo de Edipo debe llegar a un final ¿Cómo pensar esta operación sin que su resultado sea una sexualidad sintomática y repetitiva de la problemática edícipa pasada?
Nos puede ser útil considerar cómo fue utilizado el término alemán "untergang" en la filosofía alemana, específicamente en Friedrich Nietzsche.



En su famosa obra "Así habló Zaratustra" el traductor nos comenta en una nota al pie de página que el verbo "untergehen" es una de las palabras-clave en la descripción de Zaratrustra. Esta palabra tiene muchos matices, lo que hace dificultosa su traducción al castellano. Literalmente significa "caminar (gehen) hacia abajo (unter)". Esto es así: Zaratustra baja de la montaña. En segundo lugar designa la "puesta del sol" el "ocaso". Zaratustra quiere obrar como el sol al atardecer, es decir, "ponerse". En tercer término "untergehen" y el sustantivo "untergang" se usan con el significado de hundimiento, destrucción, decadencia. También Zaratustra se hunde en su tarea y fracasa, su tarea le destruye. El hombre, dice Zaratustra, es un "tránsito y un ocaso". Esto es, al hundirse en su ocaso, como el sol, pasa al otro lado ( de la tierra, según la vieja creencia) Y "pasar al otro lado" es superarse a sí mismo y llegar al superhombre.
En Zaratustra se tratará de un deseo de muerte, pero no de una destrucción definitiva que no deje huellas. Sino de un proceso que implica desaparición y al mismo tiempo una persistencia virtual capaz de producir efectos potenciales. El ejemplo más cotidiano sería el de la aspirina que al disolverse en agua produce efectos como su contracara creativa.
Suponemos que cuando Freud utilizó "untergang" estaba influido en la rica polisemia que tiene esa palabra. La posibilidad de metaforizar lo heredado para apropiárselo, pero ya no como lo mismo, sino transformado luego de su adquisición.
No obstante, encontramos diferencias entre el personaje Zaratustra y el protopadre de "Totem y Tabú" (7) En el primer caso se trata del deseo de muerte del padre (genitivo subjetivo) Es el padre quien desea morir, morir a tiempo. En Freud, el deseo de muerte del padre se refiere al genitivo objetivo. Es el deseo de los hijos de matar al padre de la horda primitiva. Este es un amo legislador, haciendo de su capricho la ley. Padre primordial cuyo resto no digerido en la comida totémica lo encontramos en la clínica con su voz cruel, sus mandatos insensatos, su mirada furibunda.
Consideramos que esta distinción entre represión / disolución del complejo de Edipo debe resolverse en el transcurso de un análisis. Que un sujeto pueda realizar lo que Jacques Lacan llamaba atravesamiento del fantasma. Poder asumir su deseo en acto en contraposición con el deseo inhibido neurótico. Un análisis que promueva un pasaje del padre como instancia superyoica a la causa del deseo en el sujeto. De la divinidad paterna al acto del sujeto autorizándose a sí mismo
Eduardo Briano


Notas


1) Todas las referencias a la obra freudiana fueron realizadas en base a las Obras Completas Editorial Biblioteca Nueva. 1981. Traducción Luis Lopez-Ballesteros y de Torres.

2) Carta a Fliess 15-10-1897. Op.Cit. Tomo 3 p.3584.


3)La disolución del complejo de Edipo. 1924. Op.Cit. Tomo 3 p.2748.


4) Id. p. 2750.


5) Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica. 1925 Op.Cit. Tomo 3 p.2902


6) Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis. 1932. Op.Cit. Tomo 3 conferencia 32 p.3152.


7) Tótem y Tabú. 1912-3.Op. Cit. Cap. 4, El retorno infantil al totemismo. Ap. 5. Tomo 2




Bibliografía


Sujeto, Acto, Repetición. Carlos Basch – Raúl Yafar. Letra viva Ediciones
Artículo: El Atardecer del Padre. Raúl Yafar.


El ateísmo como voluntad de ocaso. Raúl Yafar. Artículo presentado en el "Simposium Nietzsche" año 2000. Universidad Kennedy.


Amor y perversión. Raúl Yafar. Vergara Ediciones. 6° reunión.


Así habló Zaratustra. Friedrich Nietzsche. Ediciones Altaya. Prólogo y nota 4. Traducción Andrés Sánchez Pascual.



Trabajo presentado para el Seminario "La constitución del sujeto. Incidencias clínicas de la Función Paterna" a cargo de Raúl Yafar. Curso de Posgrado de Psicoanálisis del Hospital Ameghino. 2004.

viernes, 13 de marzo de 2009

El oso de Berna / André Malraux

Jung, el psicoanalista, forma parte de una expedición a los indios de Nuevo México. Le preguntan cuál es el animal de su clan; les contesta que Suiza no tiene clanes ni totems. Terminada la conversación, los indios salen del cuarto por una escala que bajan como nosotros bajamos las escaleras: de espaldas a la escala. Jung baja, como nosotros, de cara a la escala. Cuando llega al suelo, el jefe indio señala sin hablar el oso de Berna bordado en la camisa de su visitante: el oso es el único animal que baja de cara al tronco y a la escala…

El culto de los antepasados / Victor Tausk

"Como mi novia era cristiana", me contaba el señor A, "y no quería convertirse al judaísmo, para poder casarnos tuve que convertirme yo al cristianismo. Cambié de religión no sin resistencia interior, pero la finalidad perseguida me pareció justificar el cambio, sobre todo porque no renegaba de una convicción que no tenía, ya que mi adhesión al judaísmo era puramente formal. Sin embargo, después confesé siempre ser judío y muy pocos de mis amigos saben que fui bautizado.
"De ese casamiento nacieron dos hijos, que fueron bautizados. Cuando alcanzaron una edad adecuada les hice conocer su ascendencia judía, para ue las tendencias antisemitas de la escuela no los impulsaran contra su padre por una razón tan superflua.
"Hace algunos años, en la época en que mis hijos iban a la escuela primaria, pasaba las vacaciones de verano con ellos en D., en casa de una familia de maestros. Un día, tomábamos el té con nuestros anfitriones -gente por lo demás muy acogedora-, y la dueña de casa, que ignoraba el origen judío de sus clientes, tuvo algunas manifestaciones bastante agrias contra los judíos. Hubiera debido tener el coraje de aclarar la situación para mostrar a mis hijos, con el ejemplo, a alguien ‘que tiene el coraje de su convicción’, pero temía los disgustos de las discusiones que siempre trae ese tipo de confesión. También temía verme obligado a dejar eventualmente ese buen alojamiento que habíamos encontrado y malgastar así el poco tiempo que teníamos para descansar, en el caso en que mis anfitriones cambiaran de actitud con respecto a nosotros, porque éramos judíos
"Como temía que la franqueza y la espontaneidad de mis hijos traicionaran una verdad pena de consecuencias si seguían presentes en esta conversación, quise alejarlos enviándolos al jardín.
"Vayan al jardín, judíos (juden) – dije, para corregirme inmediatamente: ‘hijos’ (jugen). Por lo tanto fue gracias a la ayuda de un acto fallido que se expresó ‘el coraje de mi convicción’. Es cierto que los demás no habían sacado consecuencias de mi lapsus porque lo consideraron insignificante, pero yo debía aprender a no rechazar impunemente el culto de los antepasados cuando se es hijo y padre al mismo tiempo".

El eco de los proverbios / Theodor Reik

A veces ocurre que algo dicho al pasar reaparece después de muchos años como si fuera un eco. Los proverbios y frases idiomáticas escuchados por nosotros en nuestra infancia fueron rápidamente "olvidados": se sumergieron en las regiones más profundas del alma, desde donde reaparecieron sólo mucho después. Las causas que impulsaron a estas frases a desaparecer son tan misteriosas como las que las hicieron resurgir. Y muy frecuentemente no se disciernen los eslabones de enlace en la situación real. Nuestra instrospección no nos recuerda que estamos buscando aquellas frases en nuestra memoria, éstas simplemente reaparecen. Un solo ejemplo demostrará que el efecto posterior de aquellos proverbios casualmente oídos en la infancia es más importante que el recibido entonces, el eco es más significativo que el primer sonido.
En mis investigaciones analíticas mi atención se ha dirigido hacia el efecto de una tendencia psíquica que seguí en sus manifestaciones tanto en los individuos nerviosos como en los sanos. Existe un conflicto entre los fuertes impulsos que surgen por razones biológicas y las fuerzas opuestas originadas por el desarrollo de la civilización, decididas a suprimir y a desplazar a aquéllos. En este conflicto los impulsos prohibidos consiguen por sí mismos una salida inconsciente. Bajo el efecto de las dos fuerzas opuestas aparece una posibilidad de exteriorización y expresión que es reconocible tanto por el contenido, forma y acción transaccional como por una admisión inconsciente de aquellos impulsos ocultos. A las tendencias psíquicas que irrumpen a través de esas acciones transaccionales las he llamado compulsiones inconscientes a la confesión. Su carácter compulsivo se hace evidente en su mayor parte por la naturaleza instintiva de los impulsos originales reprimidos y también por la fuerte presión del reactivo sentimiento de culpabilidad. El esfuerzo para dar expresión a los impulsos reprimidos por la mente consciente había conducido –bajo la influencia de ciertos factores culturales- al desarrollo de compulsiones a la confesión, que exhiben claramente todas las características de su origen y se presentan como algo intermedio entre el encubrimiento y la nueva presentación.
Algún tiempo después de haber formulado mis experiencias y opiniones en el libro Gestandmiszwang und Strafbedürfnis (1925), recordaba repentinamente una de aquellas frases que mi abuelo había usado con frecuencia y que yo había olvidado completamente hasta ese día. Cuando después de una de esas violentas discusiones, mi padre, herido por algunas de las observaciones de mi abuelo, abandonaba la pieza, entonces oíamos que éste, después de suspirar profundamente, decía entre dientes: "Cuando estamos vivos no nos dejan hablar, y cuando estamos muertos no podemos hacerlo". Los niños nos reíamos en secreto pues no comprendíamos más que el sentido literal de este dicho que considerábamos vulgar. No pensábamos que a esta expresión seguía la pregunta: "¿Cuándo, después de todo, está permitido hablar?". "¿Cuándo podemos expresar nuestras opiniones?". Esta frase fue la que me llevó a conocer el desarrollo psíquico de mi teoría de las compulsiones a la confesión, cuyo carácter toma forma de una transacción debida a la cooperación y oposición de hechos biológicos y culturales.
Los sonidos escuchados a nuestro alrededor en la infancia los volvemos a escuchar dentro de nosotros en años posteriores. Pienso que no demostramos bastante sorpresa cuando frases de la época de nuestra niñez retornan después de un gran intervalo; cuando de pronto repetimos las expresiones oídas en años ya muy lejanos y nunca más vueltas a oír; cuando aparecen en nuestras mentes frases que generalmente son familiares a nuestra conciencia y proverbios que habíamos olvidado por completo y que en vano hubiéramos tratado de recordar. Nos sorprendemos exactamente igual como si nos encontráramos inesperadamente después de muchos años con un amigo de la infancia. Nos parece que otra persona hubiera pronunciado esas palabras, y sin embargo fue el YO, o parte del Yo, el que se ha hecho extraño a nosotros. Esas frases medio cómicas y medio serias, dormidas durante largo tiempo en ignotas profundidades de nuestra mente, pueden reaparecer cada vez con mayor frecuencia a medida que vamos envejeciendo. Ellas piden que las escuchemos y las obedezcamos. ¿Cuál es su propósito? ¿Recordar nuestra infancia, o a nuestros padres y abuelos que una vez las pronunciaron? Estas frases nos advierten que nos hallamos en el camino que ellos han seguido. Y nos comunican con nuestros antepasados mucho tiempo antes que nos reunamos con ellos.

El lugar de la causa: dos versiones del inconsciente

En el presente trabajo, intentaremos dar cuenta de aquellos interrogantes que nos han surgido a partir de distintos contenidos de la materia.
Durante las clases prácticas aparecieron diferentes opiniones entre los colegas acerca de si la realidad material del acontecimiento traumático está o no perdida (Caso Emma)
A partir de ello, nos preguntamos qué importancia teórica tiene esta formulación, y qué implicaciones distintas derivarán en la clínica.
La forma de pensar la historia de un sujeto, y qué papel juega en su neurosis, va a estar íntimamente relacionada con la noción de inconsciente y de transferencia que manejemos, teniendo consecuencias en la dirección de la cura.
Por historicismo entendemos la búsqueda de hechos en el pasado, como una forma de explicar los padecimientos del presente. Una versión popularizada, quizás por los primeros tiempos de un Freud preocupado por la historia, por la recuperación de la verdad de lo sucedido, buscando la causa de las neurosis en el trauma acontecido.
Era necesario que el paciente recuerde y, para ello, se lo presionaba para que hable sobre lo que consideraba era la causa de su síntoma. Se trataba de un inconsciente descriptivo, por oposición a lo consciente.
A través del recuerdo trataba de acceder a la verdad de ciertos hechos traumáticos. La técnica utilizada, llamada "hipnótica", presuponía restablecer la continuidad histórica que se hallaba fragmentada por la represión.
"Las histéricas me mienten" inaugura la fantasía como concepto estructural, lo que hace cambiar la clícica. Ya no se tratará de recordar un suceso traumático. El hecho queda perdido. Se reconstruye a través de la fantasía. En esta línea, la conceptualización del mito, como aquello que viene a dar cuenta de los orígenes, injerta orden, coherencia, verosimilitud, articulación narrativa, que atenúa el efecto traumático de lo real inefable.
Al principio todo era recordable para Freud. Luego dirá que el enfermo no puede recordar todo lo que hay en él de reprimido, más bien, se ve forzado a repetir lo reprimido. Aún así, como dice Braunstein, "se encuentra esta ilusión de la historia rellenada, que pondría freno a la compulsión de repetición".
Si nos oponemos a pensar que los acontecimientos pueden dar cuenta de la neurosis, debemos explicar sobre qué bases sostenemos esta afirmación. Para ello, nos referiremos a la Carta 52, donde la inscripción del objeto en el aparato psíquico implica su pérdida. El mundo externo está mediatizado por representaciones.
Percepción-Conciencia no tienen una relación directa, no hay una adecuación sujeto-objeto. El aparato psíquico funciona bajo la condición de que algo esté perdido.
A pesar de esta teorización, Freud continúa sosteniendo, a lo largo de su obra, una posición historicista con relación a la causa.
Una cosa es lo que enuncia teóricamente y otra, es lo que hace en la clínica. Teoriza el "objeto perdido" como vimos en la Carta 52, como el posibilitador del funcionamiento del aparato psíquico. El sujeto deseante irá detrás de objetos, subrogados de aquél objeto de la experiencia de satisfacción. La experiencia mítica de satisfacción es irrecuperable, y el sujeto intentará siempre restablecerla en forma fallida. En la clínica, sin embargo, Freud mantiene la ilusión de encontrar la escena (por ejemplo la escena de seducción)
Ya sea a través del recuerdo, o de la construcción, trata de recuperar algo de lo acontecido traumático. En "Construcciones en psicoanálisis", la recuperación de los recuerdos era el "consabido propósito del trabajo analítico".
Lacan recupera este concepto freudiano del objeto perdido (Carta 52) y, con las ideas del estructuralismo, le da un nuevo impulso, tratando de superar los impases de la obra freudiana a los cuales nos hemos referido.
Si bien Lacan tomará al estructuralismo, le dará un enfoque particular, porque introduce al sujeto en la estructura. Mientras que la "estructura" que manejaba la antropología y la lingüística implicaban una estructura completa. Pero asimismo, Lacan en su primera época, tenía la esperanza de un real posible de ser conocido. Dice en "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis": "el análisis no puede tener otra meta que el advenimiento de una palabra verdadera, y la realización por el sujeto de su historia en su relación con un futuro". El inconsciente queda asimilado a la historia.
A lo largo de los años, Lacan se centrará cada vez más en aquello que queda por fuera de la estructura y que él considera su aporte original: el objeto "a", alejándose así del estructuralismo. Este objeto es el que queda por fuera de la estructura y la posibilita. Coincidiendo con Freud, en que el objeto perdido es lo que posibilita el funcionamiento del aparato. La causa no quedará en la historia, sino en la estructura.
¿Cuál es la relación entre inconsciente y estructura?
A partir de pensar el inconsciente estructurado como un lenguaje, la finalidad de Lacan es vaciar al inconsciente de contenidos, éste se produce en las hiancias de la cadena significante. En el Seminario 11 encontramos: (…)"el inconsciente se manifiesta siempre como lo que vacila en un corte del sujeto". Al concepto de inconsciente debemos situarlo en una dimensión sincrónica, nos encontramos con una estructura intemporal, estructura que está siempre y toda allí, carente de sucesión, es la puesta en acto de la realidad del inconsciente.
Tomaremos ahora un fragmento de película, lo cual nos servirá para formular tres interrogantes: ¿Qué noción de historia está implícita? ¿Qué idea de inconsciente? ¿Cuál es el objetivo al que apunta la dirección de la cura?
Se trata de "El Príncipe de las Mareas". Una terapeuta, frente al intento de suicidio de su paciente, imposibilitada de hablar, busca al hermano de ésta. Con él intentará reconstruir el pasado de los hermanos y así comprender las razones que llevaron a su paciente a aquella trágica decisión. En un pasaje de la película hay un diálogo entre la terapeuta y el hermano gemelo de la paciente:
Él pregunta: ¿Qué quiere de mí?
Terapeuta: Información…Sólo fui terapeuta de Savannah (la hermana) durante unos meses y necesito saber tanto más sobre ella, sobre su niñez… Y ella no puede decírmelo porque tiene partes de su vida bloqueadas. Entonces, necesito que Ud. sea su memoria en un sentido, y complete los detalles que faltan.
Traemos este ejemplo para centrarnos en la maniobra que efectúa la terapeuta, qué presupuestos teóricos tiene al hacerla.
La historia a rescatar por esta terapeuta estará relacionada con los acontecimientos ocurridos, con la biografía. La causa de la enfermedad pertenece a un pasado reconstruible y ajeno al discurso de la paciente. La palabra queda desvalorizada en tanto que la verdad se busca por fuera de la relación transferencial, y sin que la paciente sea su protagonista. Sabemos que en una análisis el único sujeto que habla es el paciente.
El rastreo de esta "verdad" tendrá la función de otorgar un sentido a la enfermedad. La idea de inconsciente en este ejemplo se puede resumir en la frase freudiana "hacer consciente lo inconsciente", o "rellenar las lagunas mnémicas".
Se trata del inconsciente de contenidos, que aparece en algunos momentos de la obra freudiana, por ejemplo en pasajes de la Interpretación de los Sueños y en el Caso Dora.
Para Lacan, el inconsciente se produce como efecto de discurso, se da entre dos hiancias de la cadena significante, por eso es un fenómeno discontínuo, pulsativo, de apertura y cierre. Su manifestación sólo se da en transferencia, dentro de un dispositivo analítico.
La verdad no será un sentido producido por el analista, no está en una reconstrucción histórica, sino que se dice a medias.
En la dirección de la cura, en este ejemplo, se puede suponer a la terapeuta el sostenimiento del concepto de un inconsciente profundo, que porta una verdad a develar, a través del recuerdo de ciertos sucesos traumáticos.
La transferencia está tomada como la repetición de vínculos tempranos, que deben ser rectificados en el aquí y ahora con el terapeuta, por medio de la interpretación de la transferencia. La terapeuta, aquí, sería capaz de vislumbrar una versión objetiva de la historia y corregir sus distorsiones. De esta manera, queda ubicada en un lugar pedagógico, ofreciéndose como modelo identificatorio.

Trabajo realizado por Alicia Alvarez, Eduardo Briano, Liliana Maio Gabriela Veloz Rua y Gabriela Zonszajn para el Curso de Posgrado del Hospital Ameghino. 1997