viernes, 27 de febrero de 2009

Queremos tanto a Julio







Fragmento de una entrevista a Julio Cortázar

"Nunca fui a un psicoanalista. Siempre me rehusé, incluso en la Argentina en esa época en la que el país se dividía -como creo está hoy- en cincuenta por ciento de analistas y cincuenta por ciento de analizados. No, era una especie de análisis barato que yo hacía por mi cuenta. Además me leía todas las obras de Freud y las técnicas que él cuenta para interpretar los sueños me ayudaron a descifrar no sólo los míos, sino también mis actos fallidos. Por ejemplo, cuando me olvido de una palabra, o un nombre. Eso nunca es gratuito y es muy interesante hacer el trabajo con uno mismo. Yo he descubierto así cosas muy curiosas. Si la entrevista no se te hace muy larga te lo cuento. Yo de muchacho tenía una memoria extraordinaria, que he perdido. Por ejemplo, cuando iba al cine, durante muchos años me acoraba de los nombres y las actrices, pero también me acordaba de los nombres que tenían personajes. Entonces, cuando se me bloqueaba un nombre, yo me daba cuenta de que ahí algo no andaba.
Un día veo una película con una actriz que tenía cierta fama en la época, que se llamaba Wendy Barrie. Bueno, vuelvo a casa y a la noche me doy cuenta de que no me acuerdo del nombre de la actriz. Me dormí sin recordarlo y a la mañana siguiente empecé a buscar, a repasar el nombre de los otros actores, me empecinaba, me dejaba llevar, hasta que al fin salió: Wendy Barrie. Pero ésa era sólo la primera etapa. La segunda es por qué lo olvidé. ¿Por qué? Mirá si no son sutiles los sueños: lo olvidé porque yo me acababa de pelear con una muchacha que me había dicho "lo que pasa es que vos no querés llegar a ser adulto, vos querés ser Peter Pan."

¿Te acordás de Peter Pan, el niño que no quería crecer?. Ella lo usó como símbolo. Y ahí está la explicación: en la segunda parte, Peter Pan se llama Wendy y el autor es Sir James Barrie; ya ves, Wendy Barrie. ¡Estaba todo ahí!"

martes, 24 de febrero de 2009

Medicina, Sexología y Psicoanálisis. Semejanzas y diferencias

Para la Medicina el saber está sustentado en el conocimiento del cuerpo anatómico y orgánico. De esta posición se deriva una concepción de sujeto distinta a la planteada por el Psicoanálisis. Aquí, en la medicina, el sujeto puede acceder a un saber sobre lo sexual porque resulta posible saber a priori qué hacer, cómo y con quién; basado en este saber, el discurso médico tratará de implementar una serie de recursos terapéuticos tendientes a propiciar una relación sexual satisfactoria.
Lo patológico será entendido como falla en el aprendizaje de la conducta sexual, falta de información adecuada, exceso de ansiedad, incapacidad de practicar una conducta sexual efectiva y temor al fracaso.
La Sexología como disciplina dedicada al abordaje de problemas y disfunciones sexuales basará su terapéutica en proporcionar información acerca de la problemática que afecta al sujeto, estimulando el autoconocimiento de su cuerpo, el funcionamiento del mismo y prescribiendo ejercicios reeducativos para ello, además de implementar la utilización de técnicas auxiliares como el psicodrama, la hipnosis y eventualmente la medicación.
Autores como Nuria Merin ubican a la sexualidad como un impulso neutro o bisexual que el "aprendizaje social se encargará de ir modelando hacia una u otra dirección." Para Josep Farré Martí la sexualidad humana es el "punto más alto de la evolución de la escala animal."
En el primer caso hay un culturalismo que modela a lo sexual según cuál sea la tendencia a la moda. El aprendizaje es posible para estar acorde a la época, aprendizaje determinado por los valores predominantes de una sociedad.
En el segundo caso, queda implícito un criterio de normalidad basado en la heterosexualidad, la procreación, y así se limita un campo patológico con todo aquello que no cumpla con esos requisitos.
¿Cuáles son las relaciones entre la Medicina, la Sexología y el Psicoanálisis? Admitimos que lo sexual les resulta común a ellas, sin embargo, debemos aclarar desde el principio que el Psicoanálisis no tiene ningún parentezco con la Sexología. Dice algo nuevo sobre la sexualidad, la novedad que introduce Freud es una ampliación del concepto.
Si consideramos las ideas corrientes que se tienen sobre la sexualidad (que también circulan en algunos ámbitos científicos) se pueden resumir en tres condiciones:
a) Es sexual lo relativo a la oposición entre los sexos.
b) Es sexual la obtención de placer resultante de la unión de los genitales.
c) El fin de la sexualidad es la reproducción de la especie.
El Psicoanálisis rechaza estas ideas corrientes sobre la sexualidad; hay un error por encubrimiento producto de la poca inocencia del mismo, no se quiere saber que no hay un saber sobre el sexo.
En esta definición tan restringida de la sexualidad que el Psicoanálisis rechaza, encontramos más bien una petición de principios que una adecuada descripción de lo que realmente sucede: mucha gente no puede incluirse en la definición antes citada.
Se transforma así en un parámetro de lo que debiera ser normal y lo que no encaja se lo considera anormal. Entonces todo aquello que queda por fuera de la definición queda ubicado como lo patológico. Con éste criterio de normalidad-patología se instaura un discurso moral que presupone un bien a partir del cual se prescriben pautas de comportamiento.
El Psicoanálisis difiere de la Sexología en que separa sexo-saber. La gente no se enferma porque ignora las reglas biológicas; cuando se reprime la sexualidad es por lo enigmático que hay en ella, porque no se quiere saber nada de algo que exige ser reconocido: que no hay saber unido al sexo.
A partir de lo anteriormente desarrollado, podemos inferir que la medicina nos habla de un sujeto que corresponde a la teoría del conocimiento. Se lo concibe como una totalidad capaz de autoconocerse, ligado necesariamente a un objeto determinado, manipulable, capturable y cognoscible.
El sujeto del Psicoanálisis tiene un estatuto distinto, lo podemos pensar desde los tres registros lacanianos: imaginario, simbólico y real.
Desde lo imaginario, el sujeto se identifica con aquello que se imagina que es: tendría relación con el Yo (moi).
Lacan, en sus primeros desarrollos, ubica al sujeto como un concepto fundamentalmente simbólico: "es lo que un significante representa para otro significante." Es un concepto estructural que circula en el intervalo entre significantes. Ningún significante lo representa absolutamente, sólo lo hace en relación a otro significante. Desde ésta lógica el sujeto se encuentra indeterminado en la cadena discursiva.
Otra perspectiva para pensar al sujeto es su dimensión real. En el Seminario 10, Lacan plantea que el sujeto es efecto del objeto a.
Las dos operaciones de la constitución del sujeto, alienación y separación dan cuenta de dos vertientes: simbólica y real. En la alienación se enfatiza la lógica significante y en la separación al sujeto como efecto del objeto a. Desde esta perspectiva real el sujeto es un objeto en un primer tiempo lógico de su constitución. Dimensión caída bajo la represión primordial y actualizable en cada momento de angustia.
Ante el encuentro con el deseo del Otro, ¿qué quiere el Otro de mí?, se produce el desvanecimiento (fading) del sujeto, su división y su desaparición, evocándose la dimensión de objeto que verdaderamente fue en su constitución.
Desde la lógica significante el sujeto está indeterminado, pero encuentra su fijeza y determinación por su fijación al objeto a, punto real de la estructura no significante, que alude a un goce pulsional, conformando el fantasma fundamental.
La forma de concebir al sujeto implica abordajes clínicos diferentes. La Medicina, en su vertiente sexológica, tratará de adaptar al sujeto a la realidad que le resulta conflictiva, según criterios estadísticos e ideológicos, correspondiente a la época. Al desconocer la dimensión de la falta sostiene la ilusión de una sexualidad armoniosa.
El Psicoanálisis tratará al sujeto en su singularidad, enfrentándolo con la castración del Otro. Este recorrido implicará un atravesamiento del fantasma, lo que significa estar advertido de sus condiciones de goce, qué objeto es para el Otro. La ética del Psicoanálisis es la ética del deseo.

Fragmento del trabajo presentado en el Posgrado de Psicoanálisis del Centro de Salud Mental Nº 3 Dr. Arturo Ameghino, por Alicia Alvarez, Eduardo Briano, Liliana Maio, Gabriela Veloz Rua y Gabriela Zonszajn. 1997

lunes, 16 de febrero de 2009

Película "Gente como uno": un comentario


Con el propósito de ilustrar algunas cuestiones psicoanalíticas, me parece pertinente traer el ejemplo de una película dirigida por Robert Redford “Gente como uno”, cuyo título original del inglés es “Ordinary people” y que expresa en una mejor traducción que la empleada para su comercialización a la gente común, de todos los días. El drama que se desarrolla es, según el título, algo que ocurre habitualmente, podríamos decir que hay una condición estructural para que estas cosas sucedan a menudo. Más comentarios.
Se trata de una familia norteamericana, los Jarrett, de muy buena posición económica, con dos hijos adolescentes. El menor concurría al último año del colegio, su edad cercana a los 18. El mayor, unos pocos años más.
Esta familia vivía sin complicaciones. Así lo muestra Redford con algunos pantallazos; la vida les sonreía. Pero en cierto momento se produce la tragedia. Los hermanos estaban navegando en un lago y un temporal les da vuelta el bote. En medio del fuerte viento y las olas encrespadas, los dos muchachos luchan por salvar sus vidas. El mayor no puede sostenerse de la mano de su hermano y muere ahogado. Era un excelente nadador, ganador de trofeos en competencias de natación; era el ídolo familiar, gran favorito de la madre y muy admirado por su hermano.
La película comienza mostrando a la familia golpeada por esta desgracia, tratando de seguir con la rutina cotidiana. Pero el menor, Conrad, no puede. Sufre de insomnio, tiene pesadillas, se encuentra distraído en el colegio. Había tenido un intento de suicidio cortándose las venas con una hojita de afeitar. Durante su internación en un hospital nos enteraremos que su madre no había ido a visitarlo, estaba viajando por Europa. Al poco tiempo de regresar a su casa y ante la angustia que padece, decide consultar a un psiquiatra, el Dr. Berger, que le habían recomendado en el hospital.
En toda entrada en análisis se trata de un “No sé, pero hay un saber que no sé y que habita en lo que yo digo.” Esto por supuesto, no es un enunciado explícito del paciente, sino una premisa que debe tener el analista, su apuesta al inconsciente. El psicoanalista, opera para que un nuevo efecto de significación se produzca, que cada palabra que el sujeto dice, pueda ser entendida de otra manera. La entrada en análisis supone frecuentemente una conmoción de la rutina en la que se mantiene la realidad cotidiana. En el caso de Conrad fue un suceso traumático: la muerte de su hermano mayor.
Conrad demanda análisis a través de una exigencia de mayor control. El primer encuentro con el psiquiatra es muy significativo. Mientras sube por el asensor al consultorio del Dr. Berger, Conrad practica las fórmulas típicas de presentación frente al espejo. Toca el timbre y el Dr. Berger aparece, pero abriendo otra puerta contigua a la primera
Conrad trataba de buscar la mejor imagen para ofrecer al médico, la más segura, de mayor prestancia. Pero el analista estaba en Otro lugar. Su “puerta” no era la de Conrad. El mismo Dr. Berger le dice al muchacho que “Todos hacen eso,” llaman a la puerta equivocada. ¿Función de desconocimiento del yo? Esta magnífica escena nos muestra que el lugar del analista siempre es otro distinto del que le demanda el analizante.

Berger: ¿Cómo te sientes en casa? Conrad: Bien.
B: ¿Se alegraron de verte? C: Sí.
B: ¿Los amigos… te entiendes con ellos? C: Sí.
B: ¿Volviste a la escuela? ¿Todo bien ahí? ¿Los maestros? C: Sí.
B: ¿Ningún problema? C: No.
B: ¿A qué has venido? C: (después de un silencio) Quisiera tener más control.
B: ¿Por qué? C: Para que la gente se preocupe menos por mi.
B: ¿Quién se preocupa por ti? C: Mi padre, sobre todo, esto fue idea suya.
B: ¿Qué hay de tu madre? ¿Ella se preocupa por ti? C: Escuche, siendo amigo del Dr. X ud. Debe ser muy bueno…. Pero esto ya no me gusta.

En el comienzo de la entrevista vemos que para Conrad no hay problemas, está bien en todas partes. Entonces el analista con su pregunta reformula, resignifica el discurso. “Si está todo bien, entonces ¿para qué has venido?” Esto produce un nuevo significado: “Quiero tener más control para que la gente se preocupe menos por mí.”
A través de lo que conocemos de Conrad, su lugar en la estructura familiar era un lugar donde nadie se preocupaba por él. Todos los lauros se los llevaba su hermano mayor en quien los padres tenían depositadas sus esperanzas.
El Psicoanálisis no consiste en producir sentido, en ayudar al paciente a que controle sus emociones, como demandaba Conrad. Dijimos que el lugar que ocupaba el psiquiatra era Otro lugar y produce efectos de subjetivación. La posición del analista está determinada por los efectos que produce. Observamos que Conrad sale dividido por un significante. Se produce una modificación de un sentido que tenía pegado a un significante y remite a otras cadenas irreconocibles.

Dr. Berger: …compraron el árbol de Navidad y todo iba bien hasta que reñiste con tu madre. Luego todo se puso negro…
Conrad: Sí, pero no la culpe. Ella tuvo razón. Es imposible después de todo lo que la molesto.(Lugar que ocupa en el Otro: molesta a todos)
B: ¿Y cómo la molestas?
C: (silencio) ...
B: ¿Qué?
C: Acabo de aclarar una cosa.
B: ¿Qué?
C: ¿Quién no puede perdonar a quién. (Un nuevo efecto de significación)
B: Ese es un auténtico problema y un auténtico problema tiene solución.

Al finalizar la misma sesión el médico dice:

B: Hay alguien además de tu madre a quien debes perdonar. (Interpretación enigmática)
C: ¿Habla de mí? ¿Por querer eliminarme?….¡Dígame!
B: Debes darte una oportunidad. ¿Por qué no te sueltas del gancho?
C: ¿Qué es lo que hice?
B: Nos veremos el martes. (Escanción)

Dice Lacan en “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”:

“Para que no sea vana nuestra caza, la de los analistas, necesitamos reducirlo todo a la función de corte en el discurso, el más fuerte es el que forma una barra entre significante y significado. Aquí se sorprende al sujeto que nos interesa, puesto que al anudarse en la significación, lo tenemos ya alojado bajo la égida del preconsciente. Por donde se llegaría a la paradoja de concebir que el discurso en la sesión analítica no vale sino porque de traspiés o incluso se interrumpe.
Este corte en la cadena significante es el único que verifica la estructura del sujeto como discontinuidad en lo real. Si la lingüística nos promueve el significane al ver en él el determinante del significado, el análisis revela la verdad de esta relación al hacer de los huecos del sentido los determinantes de su discurso”.

Este párrafo lo podemos relacionar con la primacía del eje simbólico en el trabajo analitico, mientras que el eje imaginario es el de las significaciones compartidas. El sujeto del Psicoanálisis es evanescente, lo podemos ubicar entre significantes. Es como un destello que aparece en las formaciones del inconsciente y no tiene substancialiadad como el sujeto del conocimiento.

La amiga de Conrad, que había conocido en el hospital, se suicida. Esto provoca un ataque de angustia en Conrad quien llama al médico y tienen una sesión, la última que nos muestra la película.

Conrad: Necesito algo.
Berger: ¿Qué necesitas? Dime.
C: Sigo viéndolo y no puedo, no puedo evitarlo.
B: No te esfuerces.
C: Haga algo, tengo que zafarme de eso, de lo que hice.
B: ¿Qué es lo que hiciste?
C: Lo que le hice a él
B: ¿Qué le hiciste?
C: Es algo… ¿no lo ve? Tiene que ser culpa de alguien si no, no tiene sentido. Buck…. Fue sin querer.
B: Eso ya lo sé. No fue tu culpa.
C: Pero sí fue. El me dijo que bajara la vela y no pude. Estaba atascada. ¡Y tú sentado ahí como un estúpido! ¡Siempre tengo que hacer todo!
B: Y eso no es justo, ¿verdad?
C: ¡No! ¡Y luego me dices aguanta, aguanta y luego te sueltas!. ¿Por qué? ¿Por qué te soltaste?
B: Porque me había cansado.
C: ¡Pues al diablo, eres un idiota! (Crisis de llanto)
B: Duele estar furioso con él, ¿verdad?
C: Sí… Es que no tuvo cuidado, no vio todo lo que podía pasar.
B: Las cosas malas pasan aun cuando la gente sea cuidadosa.
C: Estábamos jugando y debimos regresar cuando vimos el mal tiempo. ¿Por qué me soltó?
B: Tal vez fuiste más fuerte. ¿No se te ha ocurrido que pudiste ser más fuerte?
C: …(Silencio)
B: ¿Hasta cuándo vas a seguir castigándote? ¿Qué inició todo esto?
C: Karen se suicidó. ¿Por qué le pasa esto a las personas?, no es justo.
B: No es justo.
C: Hace uno una cosa mala y…
B: ¿Cuál es esa cosa mala que hiciste? Tu lo sabes….
C: Yo aguanté, me quedé en el bote.
B: Exacto. Pero puedes vivir con eso, ¿no crees?.
C: Tengo miedo.
B: Los sentimientos dan miedo, son dolorosos, pero si no sientes el dolor no vas a poder sentir ninguna otra cosa. Estás aquí y estás vivo. Es bueno, créeme.
C: ¿Cómo lo sabe?
B: Porque soy tu amigo.
C: No sé qué hubiera hecho si no hubiera estado aquí. ¿Es realmente mi amigo?
B: Lo soy, cuénta conmigo.

Para Lacan, la posición del analista está en el lugar del oyente, en el A (gran Otro), esto está teorizado así hasta fines de los años sesenta. La responsabilidad del analista implica tener presente que desde allí, reconoce o cancela al sujeto. La acción de la interpretación debe apuntar a que el sujeto llegue a ser, dando así respuesta a la pregunta acerca de su destino, es decir, de lo que su vida significa.

Eduardo Briano
Trabajo presentado en el seminario de posgrado “Fundamentos conceptuales del Psicoanálisis con adolescentes”. Facultad de Psicología U.B.A. 1994.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Woody Allen


Escritor, actor, director de cine, en todas sus incursiones artísticas Woody ha tenido siempre presente al Psicoanálisis. Recuerdo por ejemplo aquella teta gigante escapada de un laboratorio y que se había tornado amenazante. O también esa madre que aún después de muerta le seguía controlando la vida desde el cielo.
En su libro "Como acabar de una vez por todas con la cultura" hay unas referencias muy hilarantes sobre el Psicoanálisis (Conversaciones con Helmoltz) que no tienen desperdicio.

lunes, 9 de febrero de 2009

Presentación

Presentación


Un blog más...y de Psicoanálisis. Me sumo a la serie y pretendo hacer diferencia. ¿Cómo lo voy a lograr? No cuento con una fórmula que me garantice el éxito, pero, en cambio, tengo muchas ganas de abocarme a la tarea de difundir mis producciones. Que mis colegas y el público en general, conozcan los escritos que hasta el momento jalonaron mi formación. Aceptaré la crítica y el debate de ideas
Para matizar el blog, habrá aportes de autores que me hayan causado un placer estético y que se relacionen con la materia.
También pretendo dar a conocer el descubrimiento freudiano a un público lego y con un lenguaje accesible para el no conocedor.
Sin olvidarne de la práctica que ejerzo, informo que atiendo pacientes dentro del marco de la clínica psicoanalítica, con una orientación lacaniana. El consultorio está ubicado en la ciudad de Buenos Aires. Quienes deseen hacer una consulta pueden contactarme a través del teléfono o mail.
El tiempo dirá si cumplí el objetivo. Mientras tanto he puesto manos a la obra y parafraseando al poeta: hago camino al andar.



Eduardo Briano. Licenciado en Psicología egresado de la Universidad de Bs. As. en 1993.
Posgrados en el Centro Dos 1995/97 y en el Hospital Dr. Arturo Ameghino, 1997, 2004/05.
Ex integrante del grupo de articulación teórico-clínico, 2005/06 Sociedad Porteña de Psicoanálisis.
Ex integrante del equipo de profesionales del Centro Dos (grupo de analistas en formación) 1997/98.
Ex pasante en Nuevo Centro, 2006
Para consultas: teléfono celular 15-6400-5078