martes, 24 de febrero de 2009

Medicina, Sexología y Psicoanálisis. Semejanzas y diferencias

Para la Medicina el saber está sustentado en el conocimiento del cuerpo anatómico y orgánico. De esta posición se deriva una concepción de sujeto distinta a la planteada por el Psicoanálisis. Aquí, en la medicina, el sujeto puede acceder a un saber sobre lo sexual porque resulta posible saber a priori qué hacer, cómo y con quién; basado en este saber, el discurso médico tratará de implementar una serie de recursos terapéuticos tendientes a propiciar una relación sexual satisfactoria.
Lo patológico será entendido como falla en el aprendizaje de la conducta sexual, falta de información adecuada, exceso de ansiedad, incapacidad de practicar una conducta sexual efectiva y temor al fracaso.
La Sexología como disciplina dedicada al abordaje de problemas y disfunciones sexuales basará su terapéutica en proporcionar información acerca de la problemática que afecta al sujeto, estimulando el autoconocimiento de su cuerpo, el funcionamiento del mismo y prescribiendo ejercicios reeducativos para ello, además de implementar la utilización de técnicas auxiliares como el psicodrama, la hipnosis y eventualmente la medicación.
Autores como Nuria Merin ubican a la sexualidad como un impulso neutro o bisexual que el "aprendizaje social se encargará de ir modelando hacia una u otra dirección." Para Josep Farré Martí la sexualidad humana es el "punto más alto de la evolución de la escala animal."
En el primer caso hay un culturalismo que modela a lo sexual según cuál sea la tendencia a la moda. El aprendizaje es posible para estar acorde a la época, aprendizaje determinado por los valores predominantes de una sociedad.
En el segundo caso, queda implícito un criterio de normalidad basado en la heterosexualidad, la procreación, y así se limita un campo patológico con todo aquello que no cumpla con esos requisitos.
¿Cuáles son las relaciones entre la Medicina, la Sexología y el Psicoanálisis? Admitimos que lo sexual les resulta común a ellas, sin embargo, debemos aclarar desde el principio que el Psicoanálisis no tiene ningún parentezco con la Sexología. Dice algo nuevo sobre la sexualidad, la novedad que introduce Freud es una ampliación del concepto.
Si consideramos las ideas corrientes que se tienen sobre la sexualidad (que también circulan en algunos ámbitos científicos) se pueden resumir en tres condiciones:
a) Es sexual lo relativo a la oposición entre los sexos.
b) Es sexual la obtención de placer resultante de la unión de los genitales.
c) El fin de la sexualidad es la reproducción de la especie.
El Psicoanálisis rechaza estas ideas corrientes sobre la sexualidad; hay un error por encubrimiento producto de la poca inocencia del mismo, no se quiere saber que no hay un saber sobre el sexo.
En esta definición tan restringida de la sexualidad que el Psicoanálisis rechaza, encontramos más bien una petición de principios que una adecuada descripción de lo que realmente sucede: mucha gente no puede incluirse en la definición antes citada.
Se transforma así en un parámetro de lo que debiera ser normal y lo que no encaja se lo considera anormal. Entonces todo aquello que queda por fuera de la definición queda ubicado como lo patológico. Con éste criterio de normalidad-patología se instaura un discurso moral que presupone un bien a partir del cual se prescriben pautas de comportamiento.
El Psicoanálisis difiere de la Sexología en que separa sexo-saber. La gente no se enferma porque ignora las reglas biológicas; cuando se reprime la sexualidad es por lo enigmático que hay en ella, porque no se quiere saber nada de algo que exige ser reconocido: que no hay saber unido al sexo.
A partir de lo anteriormente desarrollado, podemos inferir que la medicina nos habla de un sujeto que corresponde a la teoría del conocimiento. Se lo concibe como una totalidad capaz de autoconocerse, ligado necesariamente a un objeto determinado, manipulable, capturable y cognoscible.
El sujeto del Psicoanálisis tiene un estatuto distinto, lo podemos pensar desde los tres registros lacanianos: imaginario, simbólico y real.
Desde lo imaginario, el sujeto se identifica con aquello que se imagina que es: tendría relación con el Yo (moi).
Lacan, en sus primeros desarrollos, ubica al sujeto como un concepto fundamentalmente simbólico: "es lo que un significante representa para otro significante." Es un concepto estructural que circula en el intervalo entre significantes. Ningún significante lo representa absolutamente, sólo lo hace en relación a otro significante. Desde ésta lógica el sujeto se encuentra indeterminado en la cadena discursiva.
Otra perspectiva para pensar al sujeto es su dimensión real. En el Seminario 10, Lacan plantea que el sujeto es efecto del objeto a.
Las dos operaciones de la constitución del sujeto, alienación y separación dan cuenta de dos vertientes: simbólica y real. En la alienación se enfatiza la lógica significante y en la separación al sujeto como efecto del objeto a. Desde esta perspectiva real el sujeto es un objeto en un primer tiempo lógico de su constitución. Dimensión caída bajo la represión primordial y actualizable en cada momento de angustia.
Ante el encuentro con el deseo del Otro, ¿qué quiere el Otro de mí?, se produce el desvanecimiento (fading) del sujeto, su división y su desaparición, evocándose la dimensión de objeto que verdaderamente fue en su constitución.
Desde la lógica significante el sujeto está indeterminado, pero encuentra su fijeza y determinación por su fijación al objeto a, punto real de la estructura no significante, que alude a un goce pulsional, conformando el fantasma fundamental.
La forma de concebir al sujeto implica abordajes clínicos diferentes. La Medicina, en su vertiente sexológica, tratará de adaptar al sujeto a la realidad que le resulta conflictiva, según criterios estadísticos e ideológicos, correspondiente a la época. Al desconocer la dimensión de la falta sostiene la ilusión de una sexualidad armoniosa.
El Psicoanálisis tratará al sujeto en su singularidad, enfrentándolo con la castración del Otro. Este recorrido implicará un atravesamiento del fantasma, lo que significa estar advertido de sus condiciones de goce, qué objeto es para el Otro. La ética del Psicoanálisis es la ética del deseo.

Fragmento del trabajo presentado en el Posgrado de Psicoanálisis del Centro de Salud Mental Nº 3 Dr. Arturo Ameghino, por Alicia Alvarez, Eduardo Briano, Liliana Maio, Gabriela Veloz Rua y Gabriela Zonszajn. 1997

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