domingo, 29 de marzo de 2009

Un comentario sobre "La disolución del complejo de Edipo" de S. Freud.



Haremos algunas puntuaciones en relación al artículo de Sigmund Freud "La disolución del complejo de Edipo" de 1924 (1) El concepto "complejo de Edipo" guía toda la obra de Freud, desde aquella carta a Fliess del 15 de octubre de 1897:

"También en mí comprobé el amor por la madre y los celos contra el padre, al punto que los considero ahora como un fenómeno general de la temprana infancia… Si es así, se comprende perfectamente el apasionante hechizo de Edipo Rey… Cada uno de los espectadores fue una vez, en germen y en su fantasía un Edipo semejante…" (2)

Freud recurre al mito para poder dar cuenta de la constitución de la subjetividad. Puesta en palabras de una ficción que intenta responder una pregunta sobre el origen, la existencia y la muerte.
Comienza su artículo diciendo que:

"El complejo de Edipo va designándose como el fenómeno central del temprano período sexual infantil. Luego ocurre la disolución. Sucumbe a la represión y es seguido por el período de latencia". (3)

Se pregunta entonces sobre las causas que determinan su fin. Notemos aquí en estos primeros párrafos que Freud utiliza ambos términos: disolución y represión, sin darle una diferenciación clara. Parecería que son utilizados como equivalentes.
La intensa vida sexual infantil desaparece durante el período de latencia, para reaparecer nuevamente la sexualidad en la pubertad.
Si la vida sexual en la infancia mostraba al niño implicado en la trama edípica, este período de latencia con su consecuente amnesia debe ser entendido como resultado de algún desenlace ocurrido en el interior de la trama edípica.
¿Cuál es el final del complejo de Edipo? ¿Qué es lo que opera allí para producir ese final? Si el neurótico es un Edipo y el período de latencia y la amnesia infantil el resultado de la trama edípica, ¿qué provoca ese desenlace?
Freud aventura algunas hipótesis. El final podría producirse por las decepciones que sufre el niño en sus pretensiones de exclusividad del objeto incestuoso. O bien por una imposibilidad interna de la trama misma y no en sucesos frustrantes de la realidad.
Sin embargo, esas hipótesis no lo convencen del todo y agrega una articulación nueva: la satisfacción edípica es imposible porque el Edipo está subordinado al complejo de Castración.
Introduce la fase fálica, definida por la primacía del falo, es decir, en la premisa de la universalidad del pene. Esta fase fálica no desarrolla hacia una etapa genital sino que desaparece. La causa de esta desaparición se explica por la amenaza de castración. ¿Qué es lo que hace eficaz a esta amenaza? Freud aclara que no se trata de la eficacia de una amenaza concreta. No es por la pérdida del pecho materno ni por la expulsión del contenido intestinal altamente estimado por el niño que la amenaza de castración adquiriría su eficacia. Tampoco se trata del trauma del nacimiento.
La amenaza de castración es eficaz por una observación que el niño realiza. Se trata de la visión de los genitales femeninos; una experiencia posible de ser repetida. Esta visión opera como castración cumplida y trae aparejada la posibilidad de sufrir la castración en el propio cuerpo. El falo en el que el niño ha creído es el de la madre. De allí que la amenaza de castración sitúa al niño frente a la castración en la madre.
El complejo de Edipo ofrece al niño dos posibilidades de satisfacción: la aaactiva (poseer desde el lugar del padre a la madre) y la pasiva (sustituir a la madre y ser amado por el padre)
El complejo de Castración revela que tales satisfacciones resultan imposibles si se ha de preservar el pene. Ambas conllevan la pérdida del mismo. Una, la masculina, como castigo. La femenina, como condición. Si la satisfacción en el complejo de Edipo implica la pérdida del pene, se producirá un conflicto entre el interés narcisista de esta parte del cuerpo y la investidura libidinal de los objetos parentales. En este conflicto prevalece el interés narcisista, se abandonan las investiduras libidinales y se sustituyen por identificaciones.
Las identificaciones con ambos progenitores que sustituyen las investiduras de objeto producen una modificación en el Yo formando el núcleo del la instancia superyoica.
Las tendencias libidinosas del complejo de Edipo quedan en parte desexualizadas y sublimadas. Este proceso ha salvado a los genitales de la amenaza de castración, pero los ha paralizado, despojándolos de su función. Comienza así el período de latencia.
Llegamos a un párrafo del artículo que nos parece clave:

"No veo motivo alguno para no considerar el apartamiento del Yo del complejo de Edipo como una represión, aunque la mayoría de las represiones ulteriores se produzcan bajo la intervención del Superyo, cuya formación se inicia precisamente aquí. Pero el proceso descripto es más que una represión y equivale, cuando se desarrolla perfectamente, a una destrucción y una desaparición del complejo… Si el Yo no ha alcanzado realmente más que una represión del complejo, este continuará subsistiendo, inconsciente, en el Ello y manifestará más tarde su acción patógena." (4)

Se ocupa luego del Edipo en la niña, pero nosotros nos detendremos aquí para examinar este párrafo.
El concepto que introduce Freud es disolución (untergang). Hay una necesidad teórica de distinguirlo de la represión, de lo contrario no hubiese utilizado el término en varios lugares de su obra.
Sin embargo, no encontramos más explicaciones sobre este desarrollo perfecto que desembocaría en una destrucción y desaparición del complejo. Por el contrario, la clínica nos muestra que el Edipo subsiste inconsciente y manifiesta su acción patógena en el padecimiento y los síntomas por los que los pacientes consultan a un analista.
De todas maneras, Freud mantiene la distinción de dos desenlaces del Edipo (disolución/represión) aunque no está desplegada con la claridad y extensión que merecería su importancia.
Sin pretender ser exhaustivos mencionaremos por ejemplo el artículo "Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica" de 1925:

"El complejo no es simplemente reprimido en el varón, sino que se desintegra literalmente bajo el impacto de la amenaza de castración. Sus catexias libidinales son abandonadas, desexualizadas y, en parte, sublimadas; sus objetos son incorporados al Yo, donde constituyen el núcleo del Super-yo. En el caso normal (más bien dicho en el caso ideal), ya no subsiste entonces complejo de Edipo alguno, ni aún en el inconsciente: el Super-yo se ha convertido en su heredero." (5)

En la conferencia "La angustia y la vida instintiva" de 1932 se refiere a los distintos destinos que sufren los impulsos instintivos (pulsionales) en el Ello. Uno de ellos nos interesa:

"Experimentan un completo aniquilamiento, en el cual la libido queda definitivamente encaminada por otras vías. Así sucedía en la solución normal del complejo de Edipo el cual en este caso deseable, no queda pues simplemente reprimido, sino que es destruido en el Ello. (6)




En estos ejemplos vemos cómo mantiene la distinción de dos destinos del Edipo, pero sin alejarse mucho de lo que había enunciado en 1924.
Si el complejo de Edipo debe llegar a un final ¿Cómo pensar esta operación sin que su resultado sea una sexualidad sintomática y repetitiva de la problemática edícipa pasada?
Nos puede ser útil considerar cómo fue utilizado el término alemán "untergang" en la filosofía alemana, específicamente en Friedrich Nietzsche.



En su famosa obra "Así habló Zaratustra" el traductor nos comenta en una nota al pie de página que el verbo "untergehen" es una de las palabras-clave en la descripción de Zaratrustra. Esta palabra tiene muchos matices, lo que hace dificultosa su traducción al castellano. Literalmente significa "caminar (gehen) hacia abajo (unter)". Esto es así: Zaratustra baja de la montaña. En segundo lugar designa la "puesta del sol" el "ocaso". Zaratustra quiere obrar como el sol al atardecer, es decir, "ponerse". En tercer término "untergehen" y el sustantivo "untergang" se usan con el significado de hundimiento, destrucción, decadencia. También Zaratustra se hunde en su tarea y fracasa, su tarea le destruye. El hombre, dice Zaratustra, es un "tránsito y un ocaso". Esto es, al hundirse en su ocaso, como el sol, pasa al otro lado ( de la tierra, según la vieja creencia) Y "pasar al otro lado" es superarse a sí mismo y llegar al superhombre.
En Zaratustra se tratará de un deseo de muerte, pero no de una destrucción definitiva que no deje huellas. Sino de un proceso que implica desaparición y al mismo tiempo una persistencia virtual capaz de producir efectos potenciales. El ejemplo más cotidiano sería el de la aspirina que al disolverse en agua produce efectos como su contracara creativa.
Suponemos que cuando Freud utilizó "untergang" estaba influido en la rica polisemia que tiene esa palabra. La posibilidad de metaforizar lo heredado para apropiárselo, pero ya no como lo mismo, sino transformado luego de su adquisición.
No obstante, encontramos diferencias entre el personaje Zaratustra y el protopadre de "Totem y Tabú" (7) En el primer caso se trata del deseo de muerte del padre (genitivo subjetivo) Es el padre quien desea morir, morir a tiempo. En Freud, el deseo de muerte del padre se refiere al genitivo objetivo. Es el deseo de los hijos de matar al padre de la horda primitiva. Este es un amo legislador, haciendo de su capricho la ley. Padre primordial cuyo resto no digerido en la comida totémica lo encontramos en la clínica con su voz cruel, sus mandatos insensatos, su mirada furibunda.
Consideramos que esta distinción entre represión / disolución del complejo de Edipo debe resolverse en el transcurso de un análisis. Que un sujeto pueda realizar lo que Jacques Lacan llamaba atravesamiento del fantasma. Poder asumir su deseo en acto en contraposición con el deseo inhibido neurótico. Un análisis que promueva un pasaje del padre como instancia superyoica a la causa del deseo en el sujeto. De la divinidad paterna al acto del sujeto autorizándose a sí mismo
Eduardo Briano


Notas


1) Todas las referencias a la obra freudiana fueron realizadas en base a las Obras Completas Editorial Biblioteca Nueva. 1981. Traducción Luis Lopez-Ballesteros y de Torres.

2) Carta a Fliess 15-10-1897. Op.Cit. Tomo 3 p.3584.


3)La disolución del complejo de Edipo. 1924. Op.Cit. Tomo 3 p.2748.


4) Id. p. 2750.


5) Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica. 1925 Op.Cit. Tomo 3 p.2902


6) Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis. 1932. Op.Cit. Tomo 3 conferencia 32 p.3152.


7) Tótem y Tabú. 1912-3.Op. Cit. Cap. 4, El retorno infantil al totemismo. Ap. 5. Tomo 2




Bibliografía


Sujeto, Acto, Repetición. Carlos Basch – Raúl Yafar. Letra viva Ediciones
Artículo: El Atardecer del Padre. Raúl Yafar.


El ateísmo como voluntad de ocaso. Raúl Yafar. Artículo presentado en el "Simposium Nietzsche" año 2000. Universidad Kennedy.


Amor y perversión. Raúl Yafar. Vergara Ediciones. 6° reunión.


Así habló Zaratustra. Friedrich Nietzsche. Ediciones Altaya. Prólogo y nota 4. Traducción Andrés Sánchez Pascual.



Trabajo presentado para el Seminario "La constitución del sujeto. Incidencias clínicas de la Función Paterna" a cargo de Raúl Yafar. Curso de Posgrado de Psicoanálisis del Hospital Ameghino. 2004.

viernes, 13 de marzo de 2009

El oso de Berna / André Malraux

Jung, el psicoanalista, forma parte de una expedición a los indios de Nuevo México. Le preguntan cuál es el animal de su clan; les contesta que Suiza no tiene clanes ni totems. Terminada la conversación, los indios salen del cuarto por una escala que bajan como nosotros bajamos las escaleras: de espaldas a la escala. Jung baja, como nosotros, de cara a la escala. Cuando llega al suelo, el jefe indio señala sin hablar el oso de Berna bordado en la camisa de su visitante: el oso es el único animal que baja de cara al tronco y a la escala…

El culto de los antepasados / Victor Tausk

"Como mi novia era cristiana", me contaba el señor A, "y no quería convertirse al judaísmo, para poder casarnos tuve que convertirme yo al cristianismo. Cambié de religión no sin resistencia interior, pero la finalidad perseguida me pareció justificar el cambio, sobre todo porque no renegaba de una convicción que no tenía, ya que mi adhesión al judaísmo era puramente formal. Sin embargo, después confesé siempre ser judío y muy pocos de mis amigos saben que fui bautizado.
"De ese casamiento nacieron dos hijos, que fueron bautizados. Cuando alcanzaron una edad adecuada les hice conocer su ascendencia judía, para ue las tendencias antisemitas de la escuela no los impulsaran contra su padre por una razón tan superflua.
"Hace algunos años, en la época en que mis hijos iban a la escuela primaria, pasaba las vacaciones de verano con ellos en D., en casa de una familia de maestros. Un día, tomábamos el té con nuestros anfitriones -gente por lo demás muy acogedora-, y la dueña de casa, que ignoraba el origen judío de sus clientes, tuvo algunas manifestaciones bastante agrias contra los judíos. Hubiera debido tener el coraje de aclarar la situación para mostrar a mis hijos, con el ejemplo, a alguien ‘que tiene el coraje de su convicción’, pero temía los disgustos de las discusiones que siempre trae ese tipo de confesión. También temía verme obligado a dejar eventualmente ese buen alojamiento que habíamos encontrado y malgastar así el poco tiempo que teníamos para descansar, en el caso en que mis anfitriones cambiaran de actitud con respecto a nosotros, porque éramos judíos
"Como temía que la franqueza y la espontaneidad de mis hijos traicionaran una verdad pena de consecuencias si seguían presentes en esta conversación, quise alejarlos enviándolos al jardín.
"Vayan al jardín, judíos (juden) – dije, para corregirme inmediatamente: ‘hijos’ (jugen). Por lo tanto fue gracias a la ayuda de un acto fallido que se expresó ‘el coraje de mi convicción’. Es cierto que los demás no habían sacado consecuencias de mi lapsus porque lo consideraron insignificante, pero yo debía aprender a no rechazar impunemente el culto de los antepasados cuando se es hijo y padre al mismo tiempo".

El eco de los proverbios / Theodor Reik

A veces ocurre que algo dicho al pasar reaparece después de muchos años como si fuera un eco. Los proverbios y frases idiomáticas escuchados por nosotros en nuestra infancia fueron rápidamente "olvidados": se sumergieron en las regiones más profundas del alma, desde donde reaparecieron sólo mucho después. Las causas que impulsaron a estas frases a desaparecer son tan misteriosas como las que las hicieron resurgir. Y muy frecuentemente no se disciernen los eslabones de enlace en la situación real. Nuestra instrospección no nos recuerda que estamos buscando aquellas frases en nuestra memoria, éstas simplemente reaparecen. Un solo ejemplo demostrará que el efecto posterior de aquellos proverbios casualmente oídos en la infancia es más importante que el recibido entonces, el eco es más significativo que el primer sonido.
En mis investigaciones analíticas mi atención se ha dirigido hacia el efecto de una tendencia psíquica que seguí en sus manifestaciones tanto en los individuos nerviosos como en los sanos. Existe un conflicto entre los fuertes impulsos que surgen por razones biológicas y las fuerzas opuestas originadas por el desarrollo de la civilización, decididas a suprimir y a desplazar a aquéllos. En este conflicto los impulsos prohibidos consiguen por sí mismos una salida inconsciente. Bajo el efecto de las dos fuerzas opuestas aparece una posibilidad de exteriorización y expresión que es reconocible tanto por el contenido, forma y acción transaccional como por una admisión inconsciente de aquellos impulsos ocultos. A las tendencias psíquicas que irrumpen a través de esas acciones transaccionales las he llamado compulsiones inconscientes a la confesión. Su carácter compulsivo se hace evidente en su mayor parte por la naturaleza instintiva de los impulsos originales reprimidos y también por la fuerte presión del reactivo sentimiento de culpabilidad. El esfuerzo para dar expresión a los impulsos reprimidos por la mente consciente había conducido –bajo la influencia de ciertos factores culturales- al desarrollo de compulsiones a la confesión, que exhiben claramente todas las características de su origen y se presentan como algo intermedio entre el encubrimiento y la nueva presentación.
Algún tiempo después de haber formulado mis experiencias y opiniones en el libro Gestandmiszwang und Strafbedürfnis (1925), recordaba repentinamente una de aquellas frases que mi abuelo había usado con frecuencia y que yo había olvidado completamente hasta ese día. Cuando después de una de esas violentas discusiones, mi padre, herido por algunas de las observaciones de mi abuelo, abandonaba la pieza, entonces oíamos que éste, después de suspirar profundamente, decía entre dientes: "Cuando estamos vivos no nos dejan hablar, y cuando estamos muertos no podemos hacerlo". Los niños nos reíamos en secreto pues no comprendíamos más que el sentido literal de este dicho que considerábamos vulgar. No pensábamos que a esta expresión seguía la pregunta: "¿Cuándo, después de todo, está permitido hablar?". "¿Cuándo podemos expresar nuestras opiniones?". Esta frase fue la que me llevó a conocer el desarrollo psíquico de mi teoría de las compulsiones a la confesión, cuyo carácter toma forma de una transacción debida a la cooperación y oposición de hechos biológicos y culturales.
Los sonidos escuchados a nuestro alrededor en la infancia los volvemos a escuchar dentro de nosotros en años posteriores. Pienso que no demostramos bastante sorpresa cuando frases de la época de nuestra niñez retornan después de un gran intervalo; cuando de pronto repetimos las expresiones oídas en años ya muy lejanos y nunca más vueltas a oír; cuando aparecen en nuestras mentes frases que generalmente son familiares a nuestra conciencia y proverbios que habíamos olvidado por completo y que en vano hubiéramos tratado de recordar. Nos sorprendemos exactamente igual como si nos encontráramos inesperadamente después de muchos años con un amigo de la infancia. Nos parece que otra persona hubiera pronunciado esas palabras, y sin embargo fue el YO, o parte del Yo, el que se ha hecho extraño a nosotros. Esas frases medio cómicas y medio serias, dormidas durante largo tiempo en ignotas profundidades de nuestra mente, pueden reaparecer cada vez con mayor frecuencia a medida que vamos envejeciendo. Ellas piden que las escuchemos y las obedezcamos. ¿Cuál es su propósito? ¿Recordar nuestra infancia, o a nuestros padres y abuelos que una vez las pronunciaron? Estas frases nos advierten que nos hallamos en el camino que ellos han seguido. Y nos comunican con nuestros antepasados mucho tiempo antes que nos reunamos con ellos.

El lugar de la causa: dos versiones del inconsciente

En el presente trabajo, intentaremos dar cuenta de aquellos interrogantes que nos han surgido a partir de distintos contenidos de la materia.
Durante las clases prácticas aparecieron diferentes opiniones entre los colegas acerca de si la realidad material del acontecimiento traumático está o no perdida (Caso Emma)
A partir de ello, nos preguntamos qué importancia teórica tiene esta formulación, y qué implicaciones distintas derivarán en la clínica.
La forma de pensar la historia de un sujeto, y qué papel juega en su neurosis, va a estar íntimamente relacionada con la noción de inconsciente y de transferencia que manejemos, teniendo consecuencias en la dirección de la cura.
Por historicismo entendemos la búsqueda de hechos en el pasado, como una forma de explicar los padecimientos del presente. Una versión popularizada, quizás por los primeros tiempos de un Freud preocupado por la historia, por la recuperación de la verdad de lo sucedido, buscando la causa de las neurosis en el trauma acontecido.
Era necesario que el paciente recuerde y, para ello, se lo presionaba para que hable sobre lo que consideraba era la causa de su síntoma. Se trataba de un inconsciente descriptivo, por oposición a lo consciente.
A través del recuerdo trataba de acceder a la verdad de ciertos hechos traumáticos. La técnica utilizada, llamada "hipnótica", presuponía restablecer la continuidad histórica que se hallaba fragmentada por la represión.
"Las histéricas me mienten" inaugura la fantasía como concepto estructural, lo que hace cambiar la clícica. Ya no se tratará de recordar un suceso traumático. El hecho queda perdido. Se reconstruye a través de la fantasía. En esta línea, la conceptualización del mito, como aquello que viene a dar cuenta de los orígenes, injerta orden, coherencia, verosimilitud, articulación narrativa, que atenúa el efecto traumático de lo real inefable.
Al principio todo era recordable para Freud. Luego dirá que el enfermo no puede recordar todo lo que hay en él de reprimido, más bien, se ve forzado a repetir lo reprimido. Aún así, como dice Braunstein, "se encuentra esta ilusión de la historia rellenada, que pondría freno a la compulsión de repetición".
Si nos oponemos a pensar que los acontecimientos pueden dar cuenta de la neurosis, debemos explicar sobre qué bases sostenemos esta afirmación. Para ello, nos referiremos a la Carta 52, donde la inscripción del objeto en el aparato psíquico implica su pérdida. El mundo externo está mediatizado por representaciones.
Percepción-Conciencia no tienen una relación directa, no hay una adecuación sujeto-objeto. El aparato psíquico funciona bajo la condición de que algo esté perdido.
A pesar de esta teorización, Freud continúa sosteniendo, a lo largo de su obra, una posición historicista con relación a la causa.
Una cosa es lo que enuncia teóricamente y otra, es lo que hace en la clínica. Teoriza el "objeto perdido" como vimos en la Carta 52, como el posibilitador del funcionamiento del aparato psíquico. El sujeto deseante irá detrás de objetos, subrogados de aquél objeto de la experiencia de satisfacción. La experiencia mítica de satisfacción es irrecuperable, y el sujeto intentará siempre restablecerla en forma fallida. En la clínica, sin embargo, Freud mantiene la ilusión de encontrar la escena (por ejemplo la escena de seducción)
Ya sea a través del recuerdo, o de la construcción, trata de recuperar algo de lo acontecido traumático. En "Construcciones en psicoanálisis", la recuperación de los recuerdos era el "consabido propósito del trabajo analítico".
Lacan recupera este concepto freudiano del objeto perdido (Carta 52) y, con las ideas del estructuralismo, le da un nuevo impulso, tratando de superar los impases de la obra freudiana a los cuales nos hemos referido.
Si bien Lacan tomará al estructuralismo, le dará un enfoque particular, porque introduce al sujeto en la estructura. Mientras que la "estructura" que manejaba la antropología y la lingüística implicaban una estructura completa. Pero asimismo, Lacan en su primera época, tenía la esperanza de un real posible de ser conocido. Dice en "Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis": "el análisis no puede tener otra meta que el advenimiento de una palabra verdadera, y la realización por el sujeto de su historia en su relación con un futuro". El inconsciente queda asimilado a la historia.
A lo largo de los años, Lacan se centrará cada vez más en aquello que queda por fuera de la estructura y que él considera su aporte original: el objeto "a", alejándose así del estructuralismo. Este objeto es el que queda por fuera de la estructura y la posibilita. Coincidiendo con Freud, en que el objeto perdido es lo que posibilita el funcionamiento del aparato. La causa no quedará en la historia, sino en la estructura.
¿Cuál es la relación entre inconsciente y estructura?
A partir de pensar el inconsciente estructurado como un lenguaje, la finalidad de Lacan es vaciar al inconsciente de contenidos, éste se produce en las hiancias de la cadena significante. En el Seminario 11 encontramos: (…)"el inconsciente se manifiesta siempre como lo que vacila en un corte del sujeto". Al concepto de inconsciente debemos situarlo en una dimensión sincrónica, nos encontramos con una estructura intemporal, estructura que está siempre y toda allí, carente de sucesión, es la puesta en acto de la realidad del inconsciente.
Tomaremos ahora un fragmento de película, lo cual nos servirá para formular tres interrogantes: ¿Qué noción de historia está implícita? ¿Qué idea de inconsciente? ¿Cuál es el objetivo al que apunta la dirección de la cura?
Se trata de "El Príncipe de las Mareas". Una terapeuta, frente al intento de suicidio de su paciente, imposibilitada de hablar, busca al hermano de ésta. Con él intentará reconstruir el pasado de los hermanos y así comprender las razones que llevaron a su paciente a aquella trágica decisión. En un pasaje de la película hay un diálogo entre la terapeuta y el hermano gemelo de la paciente:
Él pregunta: ¿Qué quiere de mí?
Terapeuta: Información…Sólo fui terapeuta de Savannah (la hermana) durante unos meses y necesito saber tanto más sobre ella, sobre su niñez… Y ella no puede decírmelo porque tiene partes de su vida bloqueadas. Entonces, necesito que Ud. sea su memoria en un sentido, y complete los detalles que faltan.
Traemos este ejemplo para centrarnos en la maniobra que efectúa la terapeuta, qué presupuestos teóricos tiene al hacerla.
La historia a rescatar por esta terapeuta estará relacionada con los acontecimientos ocurridos, con la biografía. La causa de la enfermedad pertenece a un pasado reconstruible y ajeno al discurso de la paciente. La palabra queda desvalorizada en tanto que la verdad se busca por fuera de la relación transferencial, y sin que la paciente sea su protagonista. Sabemos que en una análisis el único sujeto que habla es el paciente.
El rastreo de esta "verdad" tendrá la función de otorgar un sentido a la enfermedad. La idea de inconsciente en este ejemplo se puede resumir en la frase freudiana "hacer consciente lo inconsciente", o "rellenar las lagunas mnémicas".
Se trata del inconsciente de contenidos, que aparece en algunos momentos de la obra freudiana, por ejemplo en pasajes de la Interpretación de los Sueños y en el Caso Dora.
Para Lacan, el inconsciente se produce como efecto de discurso, se da entre dos hiancias de la cadena significante, por eso es un fenómeno discontínuo, pulsativo, de apertura y cierre. Su manifestación sólo se da en transferencia, dentro de un dispositivo analítico.
La verdad no será un sentido producido por el analista, no está en una reconstrucción histórica, sino que se dice a medias.
En la dirección de la cura, en este ejemplo, se puede suponer a la terapeuta el sostenimiento del concepto de un inconsciente profundo, que porta una verdad a develar, a través del recuerdo de ciertos sucesos traumáticos.
La transferencia está tomada como la repetición de vínculos tempranos, que deben ser rectificados en el aquí y ahora con el terapeuta, por medio de la interpretación de la transferencia. La terapeuta, aquí, sería capaz de vislumbrar una versión objetiva de la historia y corregir sus distorsiones. De esta manera, queda ubicada en un lugar pedagógico, ofreciéndose como modelo identificatorio.

Trabajo realizado por Alicia Alvarez, Eduardo Briano, Liliana Maio Gabriela Veloz Rua y Gabriela Zonszajn para el Curso de Posgrado del Hospital Ameghino. 1997