viernes, 13 de marzo de 2009

El culto de los antepasados / Victor Tausk

"Como mi novia era cristiana", me contaba el señor A, "y no quería convertirse al judaísmo, para poder casarnos tuve que convertirme yo al cristianismo. Cambié de religión no sin resistencia interior, pero la finalidad perseguida me pareció justificar el cambio, sobre todo porque no renegaba de una convicción que no tenía, ya que mi adhesión al judaísmo era puramente formal. Sin embargo, después confesé siempre ser judío y muy pocos de mis amigos saben que fui bautizado.
"De ese casamiento nacieron dos hijos, que fueron bautizados. Cuando alcanzaron una edad adecuada les hice conocer su ascendencia judía, para ue las tendencias antisemitas de la escuela no los impulsaran contra su padre por una razón tan superflua.
"Hace algunos años, en la época en que mis hijos iban a la escuela primaria, pasaba las vacaciones de verano con ellos en D., en casa de una familia de maestros. Un día, tomábamos el té con nuestros anfitriones -gente por lo demás muy acogedora-, y la dueña de casa, que ignoraba el origen judío de sus clientes, tuvo algunas manifestaciones bastante agrias contra los judíos. Hubiera debido tener el coraje de aclarar la situación para mostrar a mis hijos, con el ejemplo, a alguien ‘que tiene el coraje de su convicción’, pero temía los disgustos de las discusiones que siempre trae ese tipo de confesión. También temía verme obligado a dejar eventualmente ese buen alojamiento que habíamos encontrado y malgastar así el poco tiempo que teníamos para descansar, en el caso en que mis anfitriones cambiaran de actitud con respecto a nosotros, porque éramos judíos
"Como temía que la franqueza y la espontaneidad de mis hijos traicionaran una verdad pena de consecuencias si seguían presentes en esta conversación, quise alejarlos enviándolos al jardín.
"Vayan al jardín, judíos (juden) – dije, para corregirme inmediatamente: ‘hijos’ (jugen). Por lo tanto fue gracias a la ayuda de un acto fallido que se expresó ‘el coraje de mi convicción’. Es cierto que los demás no habían sacado consecuencias de mi lapsus porque lo consideraron insignificante, pero yo debía aprender a no rechazar impunemente el culto de los antepasados cuando se es hijo y padre al mismo tiempo".

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