lunes, 30 de noviembre de 2009

Una metáfora de suplencia

" En el origen hay pues Bejahung, a saber, afirmación de lo que es, o Verwerfung".[1]

Lacan nos abre, de esta manera, dos caminos en el encuentro del sujeto con el significante, encuentro donde se producirá una afirmación primordial (simbolización primera) o el rechazo (forclusión), que constituye una abolición simbólica.
Caminos divergentes que conducen, uno, a la problemática de la represión, el deseo y su insatisfacción; y el otro, a la problemática del goce desanudado del falo.
En su respuesta al comentario de Jean Hippolite, Lacan observa que la creación del símbolo debe concebirse como un momento "mítico", y que incumbe a una relación del sujeto con el ser inherente a la estructura misma del lenguaje.
Para Lacan, a diferencia de Freud, no hay "yo-placer" original; desde el principio el significante introduce al sujeto en lo real, porque el deseo es redesplegado sin cesar. El Nombre-del-Padre es por definición el significante ex – sistente a la ley simbólica, el que la ordena; él provoca la inscripción del sujeto en la ley simbólica, pero él mismo le es exterior; por eso la negación es el efecto de un proceso lógico que indica la indisociabilidad de una identificación del sujeto con el Nombre-del-Padre..
El tiempo primordial del "juicio de atribución" es de hecho un tiempo de admisión previa, Bejahung, de un primer cuerpo de significantes.
"La realidad "exterior" es en sí misma incognoscible", dice Freud, y sólo a partir de nuestro propio pensamiento podemos tener una visión de las relaciones que la rigen. Los procesos de pensamiento secundario constituyen entonces un relevo de la realidad exterior, pero no pueden estar en correspondencia absoluta con esa realidad exterior ni con la realidad psíquica.
El "no", "la ausencia", están intrínsecamente ligados con lo simbólico. Siguiendo a Lacan ubicamos el fundamento de la psicosis en el nivel de un fenómeno de "forclusión" en el primer cuerpo de significantes que constituyen el dominio de la Bejahung.

"¿De qué se trata cuando hablo de Verwerfung? Se trata del rechazo, de la expulsión, de un significante primordial a las tinieblas exteriores, significante que a partir de entonces faltará en ese nivel".[2]

La función de este significante primordial es la de

"...almohadillar el orden simbólico. En ese sentido es un punto de almohadillado en el orden simbólico, y en tanto que opera la metáfora llamada paterna, es el significante que detiene el deslizamiento de la significación". [3]

Entonces, como consecuencia de la forclusión del Nombre del Padre, encontramos en la psicosis, como manifestación, un agujero en la significación.
En la estructura psicótica hay una relación del sujeto con el significante determinada por la forclusión. La consecuencia es una invasión de goce desde lo real, un goce no regulado por el falo.
La estructura neurótica se define por la represión y el retorno de lo reprimido, porque la Metáfora Paterna produce la significación fálica, regula el goce del sujeto. El falo modera el goce, lo localiza.
El solo hecho de la sustitución que hace el significante del Nombre del Padre sobre el significante del deseo de la madre, produce significación fálica, la que en sí misma es equivalente a una pérdida de goce.
El goce es satisfacción, mientras que el deseo es un estado esencial de insatisfacción, un estado esencial para el sujeto.
Es la falta de posibilidad de sustitución la que engendra efectos que son de goce, de un goce mortificante.
La forclusión del significante primordial se traduce en un exceso de goce en lo real, exceso producto de la carencia de la ley paterna que constituye una barrera a ese goce.
Ante la falta de ese significante privilegiado que es el Nombre-del-Padre un sujeto psicótico puede consultar a un psicoanalista, esperando que el mismo pueda hacer llegar a su término esa significación fálica que no es capaz de advenir. El analista no podrá injertar significante alguno, sin embargo, conociendo lo que implica su estructura y la función que el delirio cumple, en algunos casos, posibilitará la reconstrucción del mundo a partir del delirio.
Es por medio del delirio que el psicótico se encuentra con una serie de significantes a partir de los cuales, puede reorganizar un espacio de significaciones, y de alguna manera fijar el goce.
La idea del delirio en tanto restitutivo, no sólo es originaria de Freud, sino que va en contra de la concepción psiquiátrica imperante hasta ese momento.

"…aquello que consideramos como manifestaciones de su enfermedad (todo lo espectacular, incluso las alucinaciones), es su tentativa de curación." [4]

Freud dará cuenta de cómo se realiza el proceso. El sujeto sustrae la investidura libidinal del exterior, de las personas y cosas amadas, esto hace que todo se torne indiferente y sea explicado como una "cosa milagrosa", llevando a un sepultamiento del mundo subjetivo. Este retiro se cumple bajo un mutismo y sólo puede ser colegido en un momento ulterior, donde contrasta con la forma ruidosa en que la libido es reconducida a los objetos que habían sido abandonados. Este proceso ruidoso es el delirio. Freud piensa a la proyección como la forma de llevarlo adelante.

"No era correcto decir que la sensación interiormente sofocada es proyectada hacia fuera; más bien inteligimos que lo cancelado adentro retorna desde afuera." [5]

Lacan criticará el término proyección, utilizado por Freud y aclarará que en las psicosis se trata del retorno del exterior de lo que está preso en la Verwerfung, es decir lo que se dejó fuera de la simbolización que estructura al sujeto.
Freud luego de introducir la Segunda Tópica del Aparato Psíquico, encontrará una diferencia entre la génesis de la neurosis y la psicosis. La primera como resultado de un conflicto entre el yo y el ello, la segunda como una perturbación de los vínculos del yo con el mundo exterior.

"…el delirio se presenta como un parche colocado en el lugar donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el mundo exterior. "…en el cuadro clínico de las psicosis los fenómenos del proceso patógeno a menudo están ocultos por los de un intento de curación o de reconstrucción, que se les superponen." [6]

En "La pérdida de realidad en la neurosis y la psicosis" Freud volverá a plantear los dos pasos que se observan en la psicosis, de los cuales el segundo apunta a la reparación, compensando, la pérdida de la realidad, pero no a partir de una limitación del ello como la neurosis, sino creando una nueva realidad. Mientras que en la neurosis la realidad es evitada, no queriéndose saber nada de ella, en la psicosis, es reconstruida. Es pertinente aclarar que cuando hablamos de realidad, nos referimos a realidad psíquica.
La reconstrucción delirante llevará al sujeto psicótico a encontrar un lugar en el mundo, que si bien como plantea Freud, puede no resultar tan espléndido, al menos le permitirá habitar sin tener que soportar los embates que lo hundirían en el abismo de un goce mortificante.

La restitución en Schreber

Es el delirio mismo el que le va marcando a Schreber el camino que debe seguir.

"En efecto, yo partía de la idea muy rigurosa de que la eliminación de la totalidad de las almas examinadas o impuras, que se constituían en instancias intermediarias y se interponían entre yo y la omnipotencia de Dios, permitiría que una solución del conflicto conforme al orden del universo emergiera automáticamente." [7]

Desde que Schreber, en el estado entre el dormir y la vigilia tuvo la representación de lo hermoso que sería ser una mujer sometida al acoplamiento, el tema comenzó a ocupar un lugar central en el sistema delirante. Podía redimir el mundo, luego de ser mudado de hombre en mujer. No se trataba de que él lo quisiera, sino de un imperativo absoluto del orden del universo. Su feminidad, nos dice, ha pasado al primer plano, y la emasculación puede llevar a la solución del conflicto.
En el trayecto del delirio se verifican una serie de cambios: uno es la sustitución de Fechsig por Dios, en principio lleva a una agudización, expandiéndose el delirio de persecución. Pero esto prepara un segundo cambio que lleva a la solución del conflicto: de negarse a ser una mujerzuela frente al médico, pasa a la aceptación de jugar el papel de mujer de Dios.
La emasculación, de ser insultante, resulta concordar con el orden del universo y permite atemperar el goce.

"¿Qué hace Schreber sino construir una versión de la pareja original, distinta de la versión paterna y en la que el goce en exceso encuentra un sentido y una legitimación en el fantasma de procreación de una humanidad futura?. Schreber inventa y sustenta, por su sola decisión un "Orden del Universo" curativo de los desórdenes del goce cuya experiencia él padece; y, donde el Nombre-del-Padre forcuído no promueve la significación fálica, aparece una sugnificación de suplencia: ser la mujer de Dios, con la ventaja de que el goce desde ahora consentido se localiza sobre la imagen del cuerpo, y con la diferencia de que la significación de castración de goce queda excluída en beneficio de un goce de la relación con Dios, marchando a la infinitud. Única restricción: esa infinitud no es actualizada (no todavía), sino aplazada al infinito." [8]

La metáfora delirante suple la ausencia de la Metáfora Paterna aportando una significación. El psicótico no viene a preguntarnos qué le pasa, viene a dar un testimonio. Y nosotros nos contentamos con ser, al decir de Lacan, secretarios del alienado, de aquél que reconstruirá su mundo y así ser artífice de un lugar que pueda habitar con dignidad.

Trabajo realizado por Eduardo Briano, Liliana Canavesi y Claudia Gielfand, para la materia "Psicosis" del postgrado de Psicoanálisis del Centro de Salud Mental Nro. 3. Año 2005.

Notas
[1] Lacan J., Cap. VI "El fenómeno psicótico y su mecanismo", Seminario 3: "Las psicosis", pág. 120, Paidós, 2000
[2] Lacan J., Clase XI "Del rechazo de un significante primordial", Seminario 3. "Las psicosis, pág. 217, Ed. Paidós, 2000
[3] Miller J., "Suplemento topológico a De una cuestión preliminar", Matemas I, pág. 140, Manantial, 1994
[4] Freud S./Jung C. "Correspondencia", pág. 236, Taurus, 1978
[5] Freud S., Obras Completas, Tomo XII, "Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia" pág. 66, Amorrortu Editores, 2001
[6] Freud S., Obras Completas, Tomo XIX, "Neurosis y Psicosis", pág. 157, Amorrortu Editores, 2001
[7] Schreber D., "Memorias de un Neurópata", págs. 133/34, Petrel, 1978
[8] Soler C., "Estudios sobre las Psicosis" Los ensayos, "El trabajo de las psicosis", pág. 17, Ed. Manantial, 1991