lunes, 16 de febrero de 2009

Película "Gente como uno": un comentario


Con el propósito de ilustrar algunas cuestiones psicoanalíticas, me parece pertinente traer el ejemplo de una película dirigida por Robert Redford “Gente como uno”, cuyo título original del inglés es “Ordinary people” y que expresa en una mejor traducción que la empleada para su comercialización a la gente común, de todos los días. El drama que se desarrolla es, según el título, algo que ocurre habitualmente, podríamos decir que hay una condición estructural para que estas cosas sucedan a menudo. Más comentarios.
Se trata de una familia norteamericana, los Jarrett, de muy buena posición económica, con dos hijos adolescentes. El menor concurría al último año del colegio, su edad cercana a los 18. El mayor, unos pocos años más.
Esta familia vivía sin complicaciones. Así lo muestra Redford con algunos pantallazos; la vida les sonreía. Pero en cierto momento se produce la tragedia. Los hermanos estaban navegando en un lago y un temporal les da vuelta el bote. En medio del fuerte viento y las olas encrespadas, los dos muchachos luchan por salvar sus vidas. El mayor no puede sostenerse de la mano de su hermano y muere ahogado. Era un excelente nadador, ganador de trofeos en competencias de natación; era el ídolo familiar, gran favorito de la madre y muy admirado por su hermano.
La película comienza mostrando a la familia golpeada por esta desgracia, tratando de seguir con la rutina cotidiana. Pero el menor, Conrad, no puede. Sufre de insomnio, tiene pesadillas, se encuentra distraído en el colegio. Había tenido un intento de suicidio cortándose las venas con una hojita de afeitar. Durante su internación en un hospital nos enteraremos que su madre no había ido a visitarlo, estaba viajando por Europa. Al poco tiempo de regresar a su casa y ante la angustia que padece, decide consultar a un psiquiatra, el Dr. Berger, que le habían recomendado en el hospital.
En toda entrada en análisis se trata de un “No sé, pero hay un saber que no sé y que habita en lo que yo digo.” Esto por supuesto, no es un enunciado explícito del paciente, sino una premisa que debe tener el analista, su apuesta al inconsciente. El psicoanalista, opera para que un nuevo efecto de significación se produzca, que cada palabra que el sujeto dice, pueda ser entendida de otra manera. La entrada en análisis supone frecuentemente una conmoción de la rutina en la que se mantiene la realidad cotidiana. En el caso de Conrad fue un suceso traumático: la muerte de su hermano mayor.
Conrad demanda análisis a través de una exigencia de mayor control. El primer encuentro con el psiquiatra es muy significativo. Mientras sube por el asensor al consultorio del Dr. Berger, Conrad practica las fórmulas típicas de presentación frente al espejo. Toca el timbre y el Dr. Berger aparece, pero abriendo otra puerta contigua a la primera
Conrad trataba de buscar la mejor imagen para ofrecer al médico, la más segura, de mayor prestancia. Pero el analista estaba en Otro lugar. Su “puerta” no era la de Conrad. El mismo Dr. Berger le dice al muchacho que “Todos hacen eso,” llaman a la puerta equivocada. ¿Función de desconocimiento del yo? Esta magnífica escena nos muestra que el lugar del analista siempre es otro distinto del que le demanda el analizante.

Berger: ¿Cómo te sientes en casa? Conrad: Bien.
B: ¿Se alegraron de verte? C: Sí.
B: ¿Los amigos… te entiendes con ellos? C: Sí.
B: ¿Volviste a la escuela? ¿Todo bien ahí? ¿Los maestros? C: Sí.
B: ¿Ningún problema? C: No.
B: ¿A qué has venido? C: (después de un silencio) Quisiera tener más control.
B: ¿Por qué? C: Para que la gente se preocupe menos por mi.
B: ¿Quién se preocupa por ti? C: Mi padre, sobre todo, esto fue idea suya.
B: ¿Qué hay de tu madre? ¿Ella se preocupa por ti? C: Escuche, siendo amigo del Dr. X ud. Debe ser muy bueno…. Pero esto ya no me gusta.

En el comienzo de la entrevista vemos que para Conrad no hay problemas, está bien en todas partes. Entonces el analista con su pregunta reformula, resignifica el discurso. “Si está todo bien, entonces ¿para qué has venido?” Esto produce un nuevo significado: “Quiero tener más control para que la gente se preocupe menos por mí.”
A través de lo que conocemos de Conrad, su lugar en la estructura familiar era un lugar donde nadie se preocupaba por él. Todos los lauros se los llevaba su hermano mayor en quien los padres tenían depositadas sus esperanzas.
El Psicoanálisis no consiste en producir sentido, en ayudar al paciente a que controle sus emociones, como demandaba Conrad. Dijimos que el lugar que ocupaba el psiquiatra era Otro lugar y produce efectos de subjetivación. La posición del analista está determinada por los efectos que produce. Observamos que Conrad sale dividido por un significante. Se produce una modificación de un sentido que tenía pegado a un significante y remite a otras cadenas irreconocibles.

Dr. Berger: …compraron el árbol de Navidad y todo iba bien hasta que reñiste con tu madre. Luego todo se puso negro…
Conrad: Sí, pero no la culpe. Ella tuvo razón. Es imposible después de todo lo que la molesto.(Lugar que ocupa en el Otro: molesta a todos)
B: ¿Y cómo la molestas?
C: (silencio) ...
B: ¿Qué?
C: Acabo de aclarar una cosa.
B: ¿Qué?
C: ¿Quién no puede perdonar a quién. (Un nuevo efecto de significación)
B: Ese es un auténtico problema y un auténtico problema tiene solución.

Al finalizar la misma sesión el médico dice:

B: Hay alguien además de tu madre a quien debes perdonar. (Interpretación enigmática)
C: ¿Habla de mí? ¿Por querer eliminarme?….¡Dígame!
B: Debes darte una oportunidad. ¿Por qué no te sueltas del gancho?
C: ¿Qué es lo que hice?
B: Nos veremos el martes. (Escanción)

Dice Lacan en “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”:

“Para que no sea vana nuestra caza, la de los analistas, necesitamos reducirlo todo a la función de corte en el discurso, el más fuerte es el que forma una barra entre significante y significado. Aquí se sorprende al sujeto que nos interesa, puesto que al anudarse en la significación, lo tenemos ya alojado bajo la égida del preconsciente. Por donde se llegaría a la paradoja de concebir que el discurso en la sesión analítica no vale sino porque de traspiés o incluso se interrumpe.
Este corte en la cadena significante es el único que verifica la estructura del sujeto como discontinuidad en lo real. Si la lingüística nos promueve el significane al ver en él el determinante del significado, el análisis revela la verdad de esta relación al hacer de los huecos del sentido los determinantes de su discurso”.

Este párrafo lo podemos relacionar con la primacía del eje simbólico en el trabajo analitico, mientras que el eje imaginario es el de las significaciones compartidas. El sujeto del Psicoanálisis es evanescente, lo podemos ubicar entre significantes. Es como un destello que aparece en las formaciones del inconsciente y no tiene substancialiadad como el sujeto del conocimiento.

La amiga de Conrad, que había conocido en el hospital, se suicida. Esto provoca un ataque de angustia en Conrad quien llama al médico y tienen una sesión, la última que nos muestra la película.

Conrad: Necesito algo.
Berger: ¿Qué necesitas? Dime.
C: Sigo viéndolo y no puedo, no puedo evitarlo.
B: No te esfuerces.
C: Haga algo, tengo que zafarme de eso, de lo que hice.
B: ¿Qué es lo que hiciste?
C: Lo que le hice a él
B: ¿Qué le hiciste?
C: Es algo… ¿no lo ve? Tiene que ser culpa de alguien si no, no tiene sentido. Buck…. Fue sin querer.
B: Eso ya lo sé. No fue tu culpa.
C: Pero sí fue. El me dijo que bajara la vela y no pude. Estaba atascada. ¡Y tú sentado ahí como un estúpido! ¡Siempre tengo que hacer todo!
B: Y eso no es justo, ¿verdad?
C: ¡No! ¡Y luego me dices aguanta, aguanta y luego te sueltas!. ¿Por qué? ¿Por qué te soltaste?
B: Porque me había cansado.
C: ¡Pues al diablo, eres un idiota! (Crisis de llanto)
B: Duele estar furioso con él, ¿verdad?
C: Sí… Es que no tuvo cuidado, no vio todo lo que podía pasar.
B: Las cosas malas pasan aun cuando la gente sea cuidadosa.
C: Estábamos jugando y debimos regresar cuando vimos el mal tiempo. ¿Por qué me soltó?
B: Tal vez fuiste más fuerte. ¿No se te ha ocurrido que pudiste ser más fuerte?
C: …(Silencio)
B: ¿Hasta cuándo vas a seguir castigándote? ¿Qué inició todo esto?
C: Karen se suicidó. ¿Por qué le pasa esto a las personas?, no es justo.
B: No es justo.
C: Hace uno una cosa mala y…
B: ¿Cuál es esa cosa mala que hiciste? Tu lo sabes….
C: Yo aguanté, me quedé en el bote.
B: Exacto. Pero puedes vivir con eso, ¿no crees?.
C: Tengo miedo.
B: Los sentimientos dan miedo, son dolorosos, pero si no sientes el dolor no vas a poder sentir ninguna otra cosa. Estás aquí y estás vivo. Es bueno, créeme.
C: ¿Cómo lo sabe?
B: Porque soy tu amigo.
C: No sé qué hubiera hecho si no hubiera estado aquí. ¿Es realmente mi amigo?
B: Lo soy, cuénta conmigo.

Para Lacan, la posición del analista está en el lugar del oyente, en el A (gran Otro), esto está teorizado así hasta fines de los años sesenta. La responsabilidad del analista implica tener presente que desde allí, reconoce o cancela al sujeto. La acción de la interpretación debe apuntar a que el sujeto llegue a ser, dando así respuesta a la pregunta acerca de su destino, es decir, de lo que su vida significa.

Eduardo Briano
Trabajo presentado en el seminario de posgrado “Fundamentos conceptuales del Psicoanálisis con adolescentes”. Facultad de Psicología U.B.A. 1994.

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